Una mirada al panorama electoral, pone de relieve que, con sus últimas declaraciones, Arauz se estaría distanciando de Correa, su maestro y además experto –PhD- en andanzas por el filo de la navaja en pos de los fondos que surgen de su idolatría por el dinero del fisco. La pretensión: curarse en sano y antes de que sea demasiado tarde. Empero, cuando se trata de enfermedad moral incurable –como la reseñada- lo que corresponde es apartarse y, mientras más lejos, mejor.
En el fondo, la actitud independista de Arauz, permite una multiplicidad de lecturas. Vayan algunas: Que su avance electoral se habría ralentizado respecto del de Lasso; que Correa en lugar de potenciar su candidatura, le restaría significativos votos o, porque considera que es hora de apartarse de su magister: Moreno lo hizo casi de inmediato. Lo cierto es que los presidenciales corren raudamente hacia Carondelet, donde –dicho sea de paso- les esperan los publicitados fantasmas que se afirma que rondan por allí; los que, sin duda posible, estarán presentes en las reuniones que se celebran entre gallos y media noche –esto es en la hora del reparto- quienes, con tal de no dejarse ver, optarían por ser fantasmas por oportunismo.
En cuanto a la conveniencia o inconveniencia de la presencia de Correa, todos coincidiremos en que es la que precisamente causa más turbulencias a la candidatura de Arauz, sea porque le haría sombra, sea porque –en un eventual triunfo- ceder la conducción de esa alta magistratura, equivaldría a un suicidio político. El presidente es el presidente, y punto. Caso contrario, se convertiría en un simple joker que lo invalidaría políticamente para siempre, jamás, amén. En él está decidir el papel que escoge y demostrar así, cuál es su real estatura, porque en el debate se le vio “chiquito”, como a su opositor. (O)