Estimado lector, si es Usted una de las personas que tiene este día destinado al descanso luego de haber transitado por jornadas turbulentas en estos últimos meses, pues bienvenido a ese espacio que por tradición suele venir acompañado de uno de los platos más deliciosos y únicos que tiene la gastronomía ecuatoriana. Nos referimos a la exquisita fanesca.
Tenemos la suerte de disfrutar de una de las mejores delicias culinarias heredadas de nuestros predecesores incaicos quienes solían festejar la resurrección de una semilla que meses atrás, en el solsticio o fecha de siembra, tuvo que morir y ser enterrada para que, con el pasar del tiempo floreciera y resucitara generando vida nueva.
La madre tierra, al ser fecundada por el germen de trigo que es alimentado por los rayos del padre Sol y gestado en el interior del vientre terrenal, nos otorga este placer que podemos disfrutarlo año a año.
Hoy viviremos una verdadera experiencia de culto ancestral, nuestro agradecimiento siempre debe estar presente al ciclo generador y regenerador de vida que nos acoge con sus cálidos brazos y nos cobija desde miles de años, permitiéndonos el desarrollo como especie y el crecimiento como miembros de un todo.
Vivamos pues hoy ese momento que algún día fue ideado y creado bajo un contexto especifico; viremos por un momento nuestra atención al proceso creador de la madre tierra; Vivamos una verdadera fiesta de agradecimiento, advenimiento y prosperidad. (O)