De acuerdo con esta investigación, el orden en el que los sentidos interactúan con la comida tiene un impacto tremendo en cuánto nos llega a gustar y lo ideal es empezar con la vista, seguir con el olfato y terminar con el paladar.
Para demostrarlo, los investigadores hicieron experimentar con galletas, aperitivos hechos con frutas y limonada a casi 200 personas, según informa un comunicado colgado en la web de la USF.
Así paladearon cada una de las tres cosas, jugando con el orden de los sentidos, es decir, probarlas sin ver, sin oler, viéndolas antes que oliéndolas y lo contrario.
En el caso de los aperitivos de fruta con sabor a fresa y de las galletas, los catadores dijeron que los de mejor sabor eran precisamente los que podían ver durante la prueba antes de olerlos.
«Esto se debe a que poder ver un alimento antes de olerlo ayuda a procesar la señal de olor con mayor facilidad, lo que a su vez mejora la percepción del sabor de la comida», dijo Dipayan Biswas, profesor de mercadotecnia en USF.
«Básicamente, los aromas juegan un papel muy crítico al influir en las percepciones del gusto; sin embargo, curiosamente, las personas pueden procesar mejor un aroma en sus cerebros cuando el aroma está precedido por una señal visual correspondiente, como el color», agregó.
El equipo de investigación, que incluye colaboradores de la Universidad de Columbia y la Universidad de Rhode Island, experimentó los mismos resultados cuando se centró en las bebidas.
Los investigadores vertieron la misma limonada de color amarillo en vasos de plástico transparente con tapa y en vasos de plástico de color sólido con tapa que fueron salpicados con aceite artificial con aroma a limón.
Los participantes en la prueba prefirieron la bebida que podían ver antes de oler y bebieron más.
Los investigadores probaron el consumo dejando deliberadamente las bebidas frente a los participantes mientras realizaban una tarea no relacionada con la prueba.
Además, proporcionaron a los participantes en el estudio las mismas bebidas con la adición de colorante alimentario púrpura inodoro, un color que normalmente no se asocia con el sabor a limón.
En este caso, tuvo un efecto negativo en la percepción del sabor, ya que el color contradecía las expectativas.
«Probamos esto para comprender mejor cómo el sistema de procesamiento sensorial humano evalúa una secuencia de señales visuales y relacionadas con el olor», dijo Biswas.
Según el investigador, los supermercados y otros negocios de venta de comestibles deberían instalar más vitrinas para ayudar a facilitar la capacidad del cliente de ver un alimento a distancia antes de olerlo.
A su juicio, si hay fotos o muestras visibles para el cliente antes de ingresar a un negocio, se fortalecerá la percepción del sabor de los alimentos, lo que puede aumentar las ventas y la impresión general del negocio.
Biswa, que ha estudiado extensamente cómo una serie de variables impactan la percepción del gusto y ha publicado sus hallazgos en numerosas revistas académicas, subraya que su premisa también se aplica a los alimentos de despensa, como las papas fritas, que pueden atraer más interés si se venden en envases transparentes. EFE