El momento en que la pareja lanzando la flecha del tiempo engendra la vida humana, esa condición esencial que implica el nacer, nutre la madre unida como un solo ser por medio del cordón umbilical hasta el instante de llegar al mundo, con el primer vahído la magnitud física que llamamos corazón, inicia su autónomo palpitar.
Y el amor, la amistad, las diversas manifestaciones de entrega y cariño, tienen la clave de cordialidad que en el vocabulario universal del cuerpo humano nos lleva al corazón que es el primero en emocionarse y saltar. Esta índole explica que se le atribuya todos los sentimientos del buen vivir, de la bondad, la ternura y en fin lo que constituye el decir utópico de la plena felicidad, aunque los sentimientos no se alojen en él.
También se dice que en el corazón radica la valentía y el coraje para sobrevivir.
El latido que se inicia al nacer solo se apaga al morir, el que no se extravía en el tiempo hasta sepultarse en la madre tierra al amor del sol y de la luna y vibrar al parpadeo de las estrellas. (O)