En días pasados se vivieron procesos significativos para la consolidación institucional del Estado de Derecho. En efecto en el proceso electoral de estos meses, se ha puntualizado con énfasis en la necesidad de eliminar a la corrupción y al crimen organizado, a las formas delincuenciales tan recurridas en estos tiempos de reversión de los principios y valores fundamentales, como son el narcotráfico, el asesinato, la violación y más delitos que pululan en las crónicas rojas, a la vez que el autoritarismo, el terrorismo en sus diversas formas, y más actos punibles contra la fe pública, la confianza y la seguridad que ofrece el Estado de Derecho. Pensemos que de por medio se encuentran hechos nefastos, que son materia de juicios y sentencias de inexorable cumplimiento.
En esta cuadro, pretender en la Asamblea Nacional, una amalgama de partidos, movimientos y grupos en pro de una supuesta “Comisión de la Verdad” para echar abajo esas sentencias en firme, simplemente provoca el rechazo de quienes realmente queremos un cambio profundo para recuperar en su plenitud el Estado de Derecho. Por eso afianzar la concertación de fuerzas políticas inspiradas en los fines esenciales de la Gobernabilidad en democracia y civismo, fue un paso de trascendencia. En efecto la concertación de Pachacútec, Izquierda Democrática, e Independientes con el Movimiento Creando Oportunidades, fue la respuesta necesaria a la pretensión “impunidad” de Unión por la Esperanza, con el Partido Social Cristino. Es una lección histórica de absoluta coherencia.
Hoy y en el futuro, el Gobierno de Guillermo Lasso tiene la oportunidad de abrir un camino diferente, de honesto servicio a la Comunidad Nacional, trabajo, salud y educación, son objetivos inmediatos y de largo alcance, como inversión y gestión productiva, ampliación del mercado y dinamismo de la iniciativa privada ponen las notas del proceso de desarrollo y consolidación de la dolarización. Una economía sana es la mejor garantía para la Democracia. (O)