En los tres artículos anteriores subrayé los principales problemas que definen la honda crisis en que se debate el IESS. Es hora, entonces –porque resultaría insuficiente- que demos con las medidas –apremiantes por cierto- que le devuelvan la estabilidad que requiere su vital permanencia; y con ella, la sobrevivencia misma de la justicia solidaria en un país que en materia de seguridad social abarca a sus más amplios sectores. He aquí sus principales soluciones:
1) La revisión integral –por un equipo de expertos- de los cálculos matemático actuariales, sustento de sus prestaciones, pues que, desde su fundación: 13 de marzo de 1928, han transcurrido más de 93 años, lapso en el que las constantes variables económicas las habrían afectado sustancialmente; 2) En lo que concierne al desfinanciamiento provocado por la extensión del Seguro de Salud a los hijos menores de afiliados, debería ser asumido por el Ejecutivo, como autor del mismo, -Correa fue el autor- y porque es precisamente al Ejecutivo al que le compete por encima de las demás instituciones conferir seguridad social a sus ciudadanos. Ese déficit, hay que dejarlo claro, desfinanció al seguro de salud general en su conjunto; y, 3) El pago del 40% de las jubilaciones de los servidores públicos a cargo del Estado debería incluirlo obligatoriamente en su presupuesto general, tal como lo dispone el inciso 2 del Art. 371 de la Constitución de la República.
He allí, a grandes trazos las soluciones inaplazables. Por supuesto que, no son políticas, -no pueden serlo-, son estrictamente técnico científicas, por lo que, si la salvación del IESS lo exige, habrá que –sin dudar- incrementar –de ser necesario- aportes, edad de jubilación y las que sean menester. Entonces, es hora de que en tanta oscuridad encontremos la luz que ilumine el sendero a seguir. (O)