En la frontera entre México y USA, los guardias obligan a bajar de una tolva de granos a los migrantes, los numeran como ganado, retiran uno de sus zapatos y piden pasaporte para repatriarlos a sus respectivos países; los hombres semi asfixiados se entregan al fracaso de su sueño americano con la convicción de que, la mayoría de ellos, lo intentará nuevamente; en otro lado un niño cruza el muro y las cámaras captan el momento en el que los traficantes de seres humanos lo dejan a su suerte y así los casos son innumerables (solo basta acercarse al registro civil de Cuenca para evidenciar la urgencia de la marea humana que pugna por salir de nuestro país); pero, ¿qué sucede con aquel segmento de la población que regresa a su miseria con la carga adicional psicológica de la espeluznante aventura? ¿quién los apoya? ¿existe un acompañamiento para los fracasados? ¿cómo funcionan las oficinas burocráticas estatales? La certeza de que el índice de suicidios ha subido de manera espeluznante, más allá del tema COVID 19, nos demuestra que no hay un proceso, un plan de retorno para los desesperados de nuestro país. Mientras tanto, los retos que el gobierno se ha planteado en cuanto a la salud poblacional se están cumpliendo en el tema vacunación y el Presidente planea, un nuevo reto, extraer un millón de barriles de petróleo al día. Paradojas que evidencian un país cuya realidad es incalificable. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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