Sorpresa tensa en el mundo ha ocasionado la captación del poder en Afganistán por parte de los Talibanes, grupo religiosa radical que pretende que, en los Estados islámicos, aplicando al pie de la letra algunos textos del Corán, el ordenamiento social y político debe operar rígidamente con estas interpretaciones. La visión incomprensible en nuestros días de las limitaciones a la mujer en esas colectividades muestra que, ese fanatismo enceguece la razón eliminando los cambios que en múltiples aspectos se han dado en el mundo. Algunas visiones religiosas pueden tener sentido en la cosmovisión de esa época, pero nuestra capacidad de razonar y crear evoluciona y hay que aceptar los cambios.
Un problema que en muy buena medida se ha superado en nuestros días es la relación iglesia estado. La unificación o vinculación total de estas dos instituciones llevó a que el Estado sea un instrumento político de la iglesia dominante. En el mundo cristiano, instituciones como la inquisición, llevó a que se realicen persecuciones absurdas contra personas a las que se consideraba no seguir al pie de la letra lo que el santo oficio consideraba la única interpretación correcta del mensaje divino. La creciente consolidación de los derechos humanos ha llevado a que en muchos países se respete la diversidad de religiones y se considere un derecho de los ciudadanos a optar por alguna.
Hay religiones que se identifican con la tribu y no pretenden expandirse. Otras que buscan expandir sus creencias y lograr, como meta ideal, que todos los habitantes del mundo se incorporen. Hay varios países en los que la religión más practicada es el islamismo y respetan otras religiones, así como interpretaciones de su doctrina. Los dirigentes talibanes que captaron el poder han manifestado que respetarán todos los derechos vigentes, incluido el de las mujeres. No sabemos si es una afirmación realista o una estrategia para mantenerse en el poder. Hay que esperar algún tiempo para tener una idea del futuro de ese tan convulso país.