En 1960 fue ejecutado en Estados Unidos, Caryl Chessman, un bandido que se hizo famoso en la cárcel. Días antes de la ejecución, lo que en ese entonces era “la Gloriosa”FEUE, Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador, decretó un paro ”combativo” de 48 horas para protestar por la ejecución. Ignoro si los ecos de ese paro llegaron a los oídos del Presidente norteamericano, pero supongo que no, porque igual le sentaron en la silla eléctrica y no para que descanse…
El paro de la FEUE no llamó la atención. Eran tiempos en que una buena dirigencia estudiantil tenía que mandarse por lo menos un paro o dos manifestaciones al mes por cualquier cosa con tal de servir a la revolución. Cuando no había ningún motivo siempre quedaba el último recurso de apedrear la gobernación o el Centro ecuatoriano norteamericano.
A partir de los inicios del correísmo los paros estudiantiles, los de los trabajadores, los profesores, los transportistas, desaparecieron. Muchos fueron perseguidos y humillados, pero no chistaron. Primero, porque la mayoría de los dirigentes de esos grupos habían apoyado y eran partidarios del mashi. Y, segundo, por miedo a la represión. Se acabaron los heroicos revolucionarios, transformados en cómodos y muchos de ellos acaudalados burgueses.
Hoy los paros y las movilizaciones empiezan a anunciarse nuevamente. Profesores, estudiantes, dirigentes sindicales y líderes indígenas, han recobrado la valentía de la noche a la mañana y cada cual más macho, amenaza con airadas, protestas si el gobierno- que tiene menos de cien días- no acepta todas sus “reivindicaciones”.
Después de permanecer en silencio durante quince años, viene el destape de estos, hoy neovalientes y aguerridos dirigentes que hibernaron por tres lustros, algunos acumulando bastante grasa. El derecho a la protesta es universal y válido. Pero en este caso no hay derecho… (O)