Prioridad de todo gobierno ha sido la alimentación, la salud, la vivienda, el trabajo y la educación. En esta pirámide se asentaron los eslóganes de las campañas políticas desde que se reinstauró el sistema democrático. Con el advenimiento de las pandemias del virus y la corrupción, se vio en la necesidad de incrementar otras ofertas como la lucha por los derechos humanos, la defensa del medio ambiente, las políticas anticorrupción, la ideología de género, etc.
El COVID-19 se agravó con los piratas de la salud que hizo que los candidatos presidenciales sedujeran al electorado, señalando que ocuparían especialmente del virus y la corrupción. Uno de estos compromisos ha cumplido el presidente Lasso: la vacunación, que dicho sea de paso debe ser sostenida y con de campañas educativas y profilácticas.
Respecto de la corrupción, ¡nones! Pruebas al canto: la vicepresidente de la Asamblea y otros de la misma calaña habrían recibido coimas por gestionar cargos públicos, fácil de colegir que no habrá sido con el Espíritu Santo, sino con funcionarios de alto rango. Otra: el inefable IESS hasta la fecha no cuenta siquiera con autoridades titulares en las provincias. Los pacientes no tienen a quién ni a dónde acudir, los hospitales están abarrotados y las unidades prestadoras se resisten atenderlos, porque no se los cancela de medicamentos menos por la atención, pero sí se las obliga con amenazas.
En esta Institución se ha enraizado un mogollón de mentes ofuscadas, corazones arrebatados y manos traviesas. Los tejes y manejes, chantajes y coimas han hecho escuela. El gobierno en este aspecto está saliendo fuera de palabra de cortar de raíces a los pícaros, sinvergüenzas y chorizos. Larga la espera para renovar mandos de alto y mediano rango, entre tanto siguen los mismos con sus malas prácticas.
Hace poco los prestadores de salud, al no recibir respuesta de oficinistas indolentes, acudieron a los bajos del edificio del IESS y emitieron sendas declaraciones a los medios de comunicación por la crítica situación económica al estar impagos hasta 8 y 12 meses. Los cómodos burócratas, muchos de libre remoción, contraatacan dándoles a conocer que pueden retirarse para poner a otros que “se encuentran en fila”.
Es hora de la renovación del personal por gente idónea que dé soluciones. Una buena iniciativa será la de traer auditores externos que sean inmunes a las gratificaciones. Además, la intervención de la Contraloría, la Fiscalía y del out of series Fernando Villavicencio, es necesaria en el IESS. (O)