Todos los años por esta época se producen numerosos incendios forestales ocasionados por gente inculta o irresponsable. Los males para la sociedad ocasionados son enormes.
La causa es incultura y falta de instrucción. Las personas sin ninguna formación lo hacen por esa torpe idea de que el humo se convierte en nubes y éstas en lluvia. O son pirómanos que merecen ser internados para proteger a la sociedad de su anormalidad mental. Destruyen bienes colectivos, el patrimonio nacional, son por lo tanto delincuentes que deben ser buscados, apresados y juzgados con toda severidad.
Esta manía incendiaria es contagiosa. La magnitud del daño ocasionado, y del riesgo enorme en que se encuentra la patria es muy grande. Esos vándalos que consiguen una torpe satisfacción incendiando centenares de hectáreas de bosques, inclusive primarios, que son irremplazables merecen la cárcel. Por allí escuché que, cerca de Cuenca, algunos jóvenes provocaban los incendios para distraerse mirando cómo van los bomberos y cómo trabajan tratando de apagarlos.
Pero lo más curioso es que pasa la temporada seca, se extinguen los incendios, la naturaleza queda muy dañada y todos, autoridades y ciudadanía, nos olvidamos del problema hasta que llega, en el año próximo, esa fiebre incendiaria. Parece que a nadie se le ocurre que hay que prevenir que anualmente suceda este problema. Claro que no es fácil, pero se me ocurre que debe haber una campaña permanente de educación y concientización a la población, sobre todo rural, de lo dañinos que son estos incendios, de cómo quemar basura sin peligro, de instruir a sus niños y jóvenes que no deben incendiar bosques y prados.
Me temo, sin embargo, porque conozco a nuestra gente, el modo de ser de la gran mayoría de autoridades, que nada se hará para prevenir que los incendios vuelvan a afectar los campos y bosques en diversas partes del país. Pasará la emergencia una vez que la gente vea que no llueve a pesar de incendiar enormes extensiones de bosques, como es la popular creencia que también hay que tratar de eliminar con una sostenida campaña de instrucción a la población campesina, y después de un año volveremos a asistir a la misma tragedia. (O)