Lo más bonito de sentirse vivo es hacer de cada espacio y de cada momento una oportunidad para el aprendizaje, sea este formal bajo el paraguas de la institucionalidad o sea mediante la versatilidad del inter relacionamiento “de suerte”; sea cual fuere la realidad, el idealismo se asienta en la convicción por lograr un objetivo.
Siempre habrá edad y sexo en tiempos imprecisos, pero también género y una diversidad de dinámicas y discernimientos; los límites desaparecen cuando la mente se precipita y abre espacio para la imaginación, la pasión, la cognición y el pragmatismo, pero sobre todo la FE. Creer que las cosas pueden mejorar es solo decretar que así será; somos energía y materia, somos fuerza y conciencia, somos “el otro y yo”, somos gente de cambio.
La vida es efímera cuan transitorios sean los momentos y cuan pasajeras seamos las personas; imaginar, crear y demostrar es la prueba que, del idealista omnisciente o de la altruista romántica quien va tras la conquista de “otro amor” se consiguen victorias y reveses, pero claudicar jamás.
Los caminos en la vida del idealista son únicamente dos; hacia arriba; donde no hay cielo y hacia abajo, solo cuando se requiera tomar impulso. (O)