Creí que se trataba de un programa de humor de mal gusto, cuando un asambleísta, al tratar de justificar el alejamiento de su agrupación del gobierno, manifestó que el ejecutivo desprestigiaba a la asamblea Cuando una asambleísta, cuyo apellido significa “Pelo duro, recio y largo que tienen las caballerías en la cola y cima del cuello” según el DRAE, en un discurso político a un grupo de su partido pronunció una frase que pasará a la historia (no sé de qué): si roban roben bien…..no tengo idea cómo intervino el Ejecutivo.
Las denuncias a la “Bella” asambleísta del Guayas salieron de la propia asamblea, lo que considero un mérito. Hay un asambleísta que no tiene cerdas, perdón, pelos ni en la lengua ni en la pluma para denunciar actos de corrupción de tirios y troyanos. Así lo demostró como periodista durante el gobierno del “más honesto de los presidentes que ha parido madre” según algunos cuyo cerebro merecería revisión. El menos común de los sentidos nos dice que para personas comunes y corrientes, dichos y hechos como estos, generan indignación y repudio.
Que la corrupción es una ignominia, desde tratar de sobornar a un policía con un billete de diez hasta derrochar miles de millones de dólares en el “monumento a la infamia”, nombre que merece el despilfarro en la refinería del pacífico en Manabí es, evidente, pero se refuerza si se trata de ocultarla, hacerse de la vista gorda o lavarse las manos. Denunciar estos hechos es un mérito como ocurre con el asambleísta mencionado, que se acrecienta cuando culminan en decisiones justicieras.
En los casos de la asamblea se han dado ignominias y méritos, pero como “la mala noticia es buena noticia” predomina en el prestigio lo primero. ¿Tiene algo que ver el gobierno en este despelote? Ni fu ni fa. (O)