Bélgica relajará a partir del 1 de octubre el uso de la mascarilla, de tal forma que dejará de ser obligatoria en comercios, cafeterías y restaurantes, mientras que se mantendrá en los transportes públicos y los hospitales, decidieron este viernes las autoridades belgas.
El comité de concertación del país, que reúne a miembros de los Gobiernos federal y regionales, siguió avanzando en la desescalada, dado que el 74 % de la población está ya completamente vacunada, si bien es cierto que persisten las diferencias entre regiones.
Precisamente porque en Bruselas solo el 51 % de los ciudadanos han recibido la pauta completa, según los datos del instituto de salud pública Sciensano, las autoridades de la capital decidieron desmarcarse de la norma general aprobada hoy para el conjunto del país.
«Aquellos que no se han vacunado son los responsables de que las reglas sigan siendo estrictas en ciertos lugares», dijo el primer ministro belga, Alexander de Croo, en la rueda de prensa para explicar las medidas.
«Esta epidemia va camino de convertirse en una epidemia para las personas no vacunadas», continuó De Croo y dijo que «como sociedad, no podemos aceptar que haya personas que pongan en peligro a otras personas», por lo que animó a la gente a recibir el fármaco contra la Covid, porque «las vacunas son seguras y gratuitas».
Como medida para incentivar las tasas de vacunación en la capital, Bruselas pedirá el certificado covid en bares, restaurantes o discotecas a los mayores de 16 años, a partir del 1 de octubre.
El certificado de vacunación se extenderá también para el conjunto del país a partir del 1 de octubre para eventos en interior de al menos 500 personas y, en exterior, de al menos 750 personas, en los que llevar mascarilla ya no será obligatorio.
Desde el mes que viene, abrirán también las discotecas, con normas sobre aforo máximo y de calidad del aire. EFE