Al margen de la abultada deuda con Pekín, el Gobierno de Guillermo Lasso aspira a emprender una nueva relación económica con China mediante un tratado de libre comercio (TLC), tras haber recibido de ese país el 65 % de las vacunas anticovid-19 administradas en Ecuador.
Se trata de un modelo aperturista que encaja con la ideología liberal de Lasso de impulsar una diplomacia comercial inspirada en la fórmula «más Ecuador en el mundo, y más mundo en el Ecuador», y también de China, que en el ámbito internacional se comporta como cualquier otra potencia capitalista bajo un enfoque pragmático más allá de ideologías, según Cintia Quiliconi, profesora de Economía Política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Ecuador.
El mandatario ve en los acuerdos de libre comercio una salida a la crisis que vive su país, y para ello aprovecha la puerta que dejó abierta la suscripción en 2016 del Acuerdo Multipartes con la UE.
«Esto no empieza en la Presidencia de Guillermo Lasso, sino con Rafael Correa (con la UE)», asegura a Efe Lorena Herrera, doctora en Estudios Internacionales y experta en temas sino-latinoamericanos.
Y advierte que Ecuador tendrá que tener en cuenta en la negociación a los sectores sensibles de su economía que podrían resultar afectados en un acuerdo con China.
¿COMPLEMENTARIEDAD DE MERCADOS?
Ecuador vende al país asiático principalmente, camarones, banano y otros productos tradicionales primarios, así como petróleo, mientras que el gigante asiático exporta al país andino manufacturas de alto valor agregado, por lo que en cierta medida los expertos coinciden a medias con el alegato de Lasso de que son «economías complementarias».
«Hablar de una completa complementariedad productiva es difícil», apunta Herrera, autora del libro «A la sombra del dragón. Interdependencia asimétrica de China con Ecuador y Costa Rica», sin descartar que un acuerdo comercial podría llegar a ser muy favorable para ambas partes, siempre y cuando incluya un apartado sobre impacto ambiental de cara a futuras inversiones chinas en el país.
Tras una conversación telefónica a finales de agosto con su homólogo chino Xi Jinping, el presidente ecuatoriano adelantó que las mesas técnicas de negociación se instalarán en breve y que su aspiración no solo es pactar con China, sino con las principales economías.
«Nuestro objetivo es muy claro: Suscribir acuerdos de libre comercio con las diez economías más grandes del mundo al menos. Esto incluye a EE.UU., China, Japón, Corea del Sur y también el grupo de Euro-Asia», manifestó en una entrevista con Efe la semana pasada.
Pero, ¿se puede pactar con Dios y con el diablo?.
Para Quiliconi, se trata de «una estrategia de no alineamiento activo», o lo que es lo mismo, «jugar en varias mesas de negociación para tratar de firmar la mayor cantidad de TLC que se pueda».
La analista considera que este tipo de tratados no son excluyentes, y que pactar con China podría llegar a ser más sencillo que con otras potencias ya que no suele imponer tantos requerimientos regulatorios, si bien reconoce el riesgo de que los productos chinos inunden aún más el mercado ecuatoriano y desestabilicen de nuevo fuertemente la balanza.
COMERCIO DESEQUILIBRADO
Según datos de ProEcuador, la diferencia en la balanza comercial se ha reducido en los últimos años gracias a las crecientes exportaciones no petroleras ecuatorianas, si bien en 2021 la brecha podría estar abriéndose de nuevo.
Quiliconi advierte además que, en un eventual acuerdo, habrá que revisar los compromisos firmados por el anterior Gobierno ecuatoriano con EE.UU., que incluyeron «fuertes condicionamientos para tratar de sacar a China sobre todo del tema tecnológico».
Otra de las cuestiones que merman la capacidad competitiva de Ecuador respecto a otros países de la región como Perú, Costa Rica y Chile, que tienen TLC con China, es su economía dolarizada.
Pese a ello, un acuerdo que establezca períodos de desgravación de aranceles sería lo deseable para las firmas locales ecuatorianas.
«Si logramos un acuerdo que permita que la oferta exportable llegue a China sin aranceles nos hará más competitivos», subraya Gustavo Cáceres, presidente de la Cámara de Comercio Ecuatoriano-China, que agrupa a 150 empresas de exportadores, importadores, y cada vez más emprendedores.
El intercambio comercial entre los dos países alcanzó en 2019 cifras históricas con dos de cada tres camarones consumidos en China de procedencia ecuatoriana, según la Cámara.
ACERCAMIENTO EN DEUDA
Otros elementos a tener en cuenta son eventuales inversiones chinas en el país andino y la deuda adquirida frente al gigante asiático.
«China es en el siglo XXI el principal prestamista de Latinoamérica y Ecuador el país más pequeño de la región en recibir el mayor financiamiento de China y también el más endeudado con ella», recuerda Herrera.
Unos préstamos originados durante el Ejecutivo de Correa (2007-2017), más cercano a Pekín que a los organismos multilaterales, pero concedidos a altos intereses.
En su último informe, con corte a julio, el Ministerio de Finanzas situaba la deuda con China en 5,169 millones de dólares, el 11,48% de la deuda externa (45.044 millones), pero el 71,5% de la bilateral.
Con China tenemos un modelo en el cual nos otorga financiamiento y líneas de cooperación no reembolsable como la ayuda sanitaria en pandemia, sintetiza Herrera. EFE