Una compleja lesión de tobillo obligó a Malú a parar en seco una gira con casi todo vendido («De lo más traumático que he vivido», afirma) e hizo que por primera vez se tomara la vida con otra perspectiva. De ahí su nuevo disco, «Mil batallas», en el que baja el escudo que se enfundó cuando saltó a la fama con 16 años.
«La batalla más difícil y probablemente la más absurda, la que más energía me llevaba, es la que tenía conmigo misma por ese exceso de exigencia, de ser perfecta y por parecer más que por disfrutar de lo que hacía», reconoce en una charla con Efe ante el sentido de su duodécimo álbum de estudio, que se publica mañana y en el que en un momento dado se canta a sí misma: «Aprendí a ser perfecta para ti».
Relajada, a pesar de que su pequeña hija de 16 meses ya no le permite dormir como antes (a ella le dedica el disco), María Lucía Sánchez (Madrid, 1982) vuelve tres años después de lanzar «Oxígeno» (2018), tiempo en el que además de la pandemia y la experiencia de la maternidad vivió la «frustración» por cancelar gran parte de su última gira.
«En mi carrera ha habido cosas terribles, pero para mí la lesión fue un punto de inflexión. No entendía nada, porque por primera vez había perdido el control de todo», rememora, antes de reconocer que, aun «con esa rabia y esa pena», aquello tuvo efectos positivos.
Visto ahora, fue la primera ocasión «en veintitantos años» en que no se veía sumida por la «ola constante de trabajo» a la que no sabía decir que no. «Y me di cuenta de que había dejado a un lado a esa Malú de 16 años tímida y vulnerable para crear a otra que tenía que estar expuesta a cosas duras y hablar con medios de comunicación como si fuese una adulta», esgrime.
Reconciliada con su parte «vulnerable e insegura», con la niña que fue, empezó a preparar un nuevo disco junto a coautores como la joven Julia Medina, Leroy Sánchez o Barei, que le ayudaron a contar cómo se sentía. «Este disco es probablemente de los primeros que he hecho con tranquilidad y con una claridad absoluta de cómo y qué quería contar», afirma.
Y lo que quería era «alma y sensación de directo» para «echar afuera todo lo que tenía dentro», con «crudeza y realidad, pero también con positividad», lo que se ha materializado en doce cortes más clásicos -producidos por Pablo Cebrián (excepto dos de Rubén García)- frente al carácter más experimental de su álbum previo.
«Estamos en un momento digital maravilloso que te permite estar en el mundo entero, pero que a la vez tiene una exposición abrumadora. Antes solo le pasaba a los que nos dedicábamos a trabajos así, pero ahora casi toda la sociedad está expuesta con las redes sociales a balazos, a juicios, a recibir cosas feas y maravillosas. Esta canción es ese grito de que abran fuego, que vamos a bailar con ellos y limpiarnos luego nuestras heridas», explica.
En estas «Mil batallas» señala que hay «canciones muy potentes» como su más reciente sencillo, «Se busca», también «historias muy bonitas y reales», como pueda ser «Tejiendo alas», que aparece como corte extra y que le dedicó a su hija.
Antes de llegar allí, Malú hace parada en «Suiza», «un terreno neutral en el que cuelgas la armadura y las caras que ponemos por delante para que las cosas no nos hagan daño», cuenta la artista madrileña, que anticipa que tendrá nueva gira en 2022 y que no habrá que esperar mucho para disfrutar de ella. EFE