Madre y dos hijas aprovecharon de la pandemia para iniciar su emprendimiento.
Las piedras de los ríos Burgay y Santa Bárbara, así como el ripio, los sacos de cemento de Guapán y el líquido de barniz sirven para un llamativo emprendimiento. Una familia de Cojitambo utiliza estos materiales para innovar en la elaboración de maseteros que están dando un “giro” a las tradicionales artesanías de esta parroquia rural de Azogues tras la pandemia de la COVID-19.
En una vivienda, ubicada en la carretera Azogues-Cojitambo, a unos 600 metros aproximadamente de la cabecera parroquial de Cojitambo, nacen estas artesanías de manos de tres mujeres (madre y dos hijas). Las protagonistas de esta historia son: Blanca Urgilés, de 53 años de edad; Martha y Carmen Fajardo, de 31 y 29 años -respectivamente-.
Todo inició en los primeros meses de 2020, cuando las familias del país afrontaron el confinamiento para frenar la propagación del coronavirus. Algunos personas especialmente de las zonas rurales aprovecharon del tiempo libre para solucionar ciertas falencias de sus viviendas.
Así pasó con esta familia de Cojitambo que optaron por mejorar una media agua de una de las involucradas en este oficio que hoy llama la atención de propios y extraños.
“Mamá se sentaba en una esquina de la obra y pasaba horas y horas tratando de dar forma a unos maseteros con el ripio y el cemento de la construcción”. Eso recuerda Martha, quien nunca se imaginó que esa iniciativa de su madre se convirtió en un aliciente económico para su familia a pesar de que una hermana viajó hace poco en busca del “sueño americano”.
Labor
Las tres mujeres pasan desde las 08:00 hasta las 17:00 -quizás por muchas horas más- durante todos los días elaborando los maseteros. Además comparten su emprendimiento con los quehaceres domésticos y sus actividades como madres.
Un estrecho pasillo -de un metro y medio de ancho aproximadamente- que conduce a la cocina y a los dormitorios les sirve como taller. En el lugar se observan los materiales, baldes, guantes y otras herramientas de forma organizada para realizar sus obras.
Los maseteros se venden en la puerta de ingreso a su vivienda y en un especie de garaje. Las artesanías tienen hasta acabados como figuras de cisnes, patos y otros animales.
Las mujeres tienen la fe de seguir progresando con sus artesanías, puesto que, cuentan con la simpatía de los turistas que llegan a visitar el cerro Cojitambo y adquieren los maseteros para adornar sus hogares. (BPR)-(I)
DETALLE
La parroquia Cojitambo se caracteriza por las canteras de piedra, de las cuáles, sus habitantes obtienen la materia prima para elaborar un sinnúmero de objetos que son reconocidos a nivel nacional. Las canteras se ubican en los pies del majestuoso cerro Cojitambo.