Que el gobierno, mediante decreto dé por terminada la pandemia del Covid-19 para volver a la anterior normalidad, o sea al mismo cambalache de siempre.
Que el presidente de dónde sea entregue el presupuesto completito para educación, salud, y más vainas; pues así está escrito en la Constitución de Montecristi, y punto. Y lo que ahí está escrito, pues escrito está. De dónde obtenga los recursos para darme esta satisfacción me importa una mosca partida por un Smith&Wesson 38.
Que el gobernante de lágrima fácil deje de quejarse por el eterno déficit fiscal, por los compromisos de la deuda pública, por la deuda al Iess; pues allá él. Sabrá encontrar la fórmula mágica para resolverme estos problemas, aunque sea inventándose una máquina de hacer dólares. Así sea subastando sus zapatos rojos. Además, para qué están sus asesores. Algo mismo han de saber.
Que aquel mismo señor, en un santiamén nos dé trabajo a los 5 millones de desocupados que poblamos esta patria, pero sin acudir a la fórmula neoliberal, peor a la socialista, sin comprometer la soberanía nacional, o sea sin venderse al imperialismo y a los demás ismos. Es que él lo prometió y debe cumplir; que cómo lo haga es cuestión suya. Y le exijo, pero ya. Veo que se está olvidando de la Lorenza, ni se diga de los Lorenzos.
Que el magnánimo presidente atienda urgente y por igual a arroceros y pordioseros; a chulqueros y politiqueros, a mineros y antimineros, a agnados y jubilados, a evasores y opositores, a oportunistas y asambleístas; al Iza y al prófugo que le da paliza. Sabrá él en qué se metió. Dirá que no es milagroso, pero y a mí qué; y como una vez lo dijo: a mí “qué chu…”
Que el gobernante me dé seguridad las 24 horas diarias, así la Corte Constitucional se haga la mojigata; o choneros, lagarteros, serraneros, fitos y refritos, se maten y contramaten. Eso, a mí, qué. Yo quiero mí seguridad, y punto. Verá él cómo se las arregla. Para eso pago mis impuestos; una pendejada, pero pago.
¿Ya ven? Si es facilito gobernar. Hay que darle un poco a la magia, también. Le ponen difícil los analistas, los temáticos que se pasan hablando y pronunciado a cada rato la palabra tema. Sí, tema, tema y más tema. Como si no hubiera otro tema.
Y al presidente le es más fácil gobernar si solo le exijo y le pongo contra la pared. Es que con tal que yo reflote, punto. (O)