En el 2002, cuando la Red Sísmica del Austro (RSA) realizó un estudio sobre la vulnerabilidad y riesgo sísmico en la ciudad de Cuenca, determinó que la fuente sismogénica crítica es la falla geológica de Girón.
La estimación que hicieron en aquel entonces los investigadores sobre cuál sería el potencial sísmico, que se generaría a partir de la falla, fue de 7.1 en magnitud de momento.
Por ese mismo tiempo, la RSA también hizo una investigación sobre las infraestructuras de las viviendas de la ciudad, cuya muestra fue de 64.200 casas y edificios de mampostería y hormigón. Con ella se concluyó que el 60% de los bienes no cumplían con las normas de construcción para resistir sismos mayores a seis grados en la escalada de Richter.
Es decir, de darse el movimiento telúrico por la falla de Girón, el 60% de casas de Cuenca podrían devastarse.
En 2018, el estudio sobre la vulnerabilidad y riesgo sísmico fue actualizado, en una primera fase, para el Centro Histórico de Cuenca.
A diferencia del que se publicó en el 2002, la actualización incluyó un elemento que no había sido tomado en cuenta (y que reforzó la tesis de que la ciudad tiene una alta amenaza sísmica): el sismo del 29 de junio de 1887 que fue registrado por Johannes B. Stiehle, el personaje reconocido por haber diseñado la Catedral Nueva.
“Era horrible ver con qué fuerza y rapidez se movían las torres, las iglesias, las casas y los árboles. Por encima de ello, el ruido de la propia tierra, similar al estampido de fuertes truenos, el estruendo de los muros al caer, los tejados de las casas desplomándose, los gemidos y los gritos dolorosos de la gente”, escribiría Stiehle.
Sin embargo, a pesar de las secuelas que dejaría el sismo, entre estas la destrucción de la iglesia de la Compañía de Jesús, el evento no está en el catálogo nacional de sismos de intensidad mayor o igual a VIII del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.
Ante ello, los autores del proyecto de actualización infirieron que el sismo no fue de subducción (proceso por el que una placa se hunde bajo otra) sino con hipocentro en una falla geológica, probablemente de la Girón.
Desde que se encontró el registro histórico, los investigadores liderados por Juan Jiménez, director de la Red Sísmica del Austro, han llevado adelante una investigación muchísimo más amplia que entregue detalles de los terremotos que se han registrado en Ecuador y que se han sentido en Cuenca.
Ahora mismo, Jiménez está involucrado en el escudriño de los archivos históricos para ampliar lo que había mencionado Stiehle hace más de un siglo.
“Yo quiero ver cuáles son los epicentros de los terremotos históricos que hemos tenido. Eso no lo tenemos muy claro. Tenemos las fechas pero no tenemos cómo se ha sentido en otros sitios… Eso me interesa, sobre todo, para otro estudio que se deriva de amenaza sísmica. Quiero saber cuál es la amenaza sísmica en Cuenca”, dijo Jiménez a diario El Mercurio.
Salvar vidas
Si bien no se puede decir cuándo ocurrirá un terremoto, para el investigador se pueden obtener datos de cuáles serían los sismos esperados, cuáles fueron los periodos de recurrencia de esos eventos, y cuáles son las amenazas que tienen las personas que viven en Cuenca y el Austro.
Todo ello con un objetivo necesario: tener una base para la elaboración de las estructuras de los espacios físicos, que hoy en día no cumplen con los códigos de diseño sísmico del Ecuador.
Solo en el caso de Cuenca, como ya se había mencionado al principio, hay miles de casas que, hasta ahora, no cumplen con el proceso técnico requerido para evitar una catástrofe aún mayor.
“Muchas veces las personas creen que por mala gente no se quiere que se construya en lugares vulnerables, pero es por precautelar, primero el bienestar de las familias, y segundo porque construir no corresponde a un rubro bajo sino alto, son ahorros de toda la vida”, dijo Tatiana Pineda, directora de Gestión de Riesgos del Municipio de Cuenca.
Para los investigadores, hay una cadena de responsabilidades que empiezan con el ciudadano y que continúan con las personas a las que se les encarga la construcción, quienes deben cumplir con el código y con el diseño.
A ellos se suman las instituciones públicas y el estado ecuatoriano, porque si sigue subestimando lo que llegaría a significar el evento que podría surgir por la falla geológica de Girón, los problemas serán tan grandes que no solo estarán relacionados con la infraestructura sino con la vida de la población.
Aprender a cuidarse
¿La población de la ciudad está preparada para responder a un sismo? En gran medida, no.
Para la directora de Gestión de Riesgos del Municipio de Cuenca, Tatiana Pineda, la ciudadanía intenta tener presente qué hacer ante los sismos cuando ocurren, pero, pasado un tiempo, no tienen muy claro cómo responder a esos eventos.
“Para nosotros es necesario hacer esta retroalimentación para refrescar los conocimientos en cuanto al tema de sismos porque pasa un tiempo y se olvidan. No solo pasa con los sismos, pasa con las inundaciones o con los incendios forestales”, dijo Pineda a diario El Mercurio.
Por la falta de conocimiento es que las distintas instituciones de seguridad comparten constantemente imágenes con recomendaciones:
Antes de un sismo: tener a la mano una mochila de emergencia que contenga los accesorios básicos como un botiquín, agua embotellada, linterna, útiles de aseo y mantas.
Durante un sismo: mantener la calma y busca un lugar para cubrirse, como, por ejemplo, debajo de una mesa que esté alejada de ventanas y objetos que puedan venirse abajo. Si está fuera de una infraestructura se debe buscar un lugar abierto, alejado de árboles o postes de luz.
Luego del sismo: revisar la vivienda antes de ingresar y estar alerta a objetos que pueden caer. (I)