Desaprender para crecer y vivir con intensidad
Albin Toffler de origen judío y padre de la revolución digital sabiamente ya lo dijo: “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”.
De manera consciente o inconsciente repetimos la frase: “Todo tiempo pasado fue mejor” y nada de esto es cierto. La vida esta en constante movimiento, lo que se paraliza no crece, no avanza y detiene ese proceso dinámico y natural. Los expertos dicen que los analfabetos del futuro son aquellas personas que se resisten a desaprender; pero ¿qué significa desaprender? Tener la capacidad de aprender nuevas técnicas y procesos que permitan enfrentar vivencias y nuevas experiencias.
Las competencias obsoletas deben ser reemplazadas por unas más actuales y prácticas. El desaprender permite desarrollar nuevos procesos mentales que dan como resultado una inteligencia contextual; factor determinante entre el éxito y el fracaso. Los líderes del mundo aprendieron a desarrollar y poner en práctica la inteligencia contextual, hecho que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de sacrificar lo que se conoce por una promesa desconocida.
Nadie niega que es difícil romper viejos hábitos y construir nuevos. Tras un fuerte confinamiento en el que se evidenció cambios acelerados para la humanidad no podemos caer en las trampas de la inercia y del miedo al futuro.
Desde que nacemos hasta el día de la muerte nuestras vidas están en constante aprendizaje. Todo tiene un principio y fecha de caducidad, de allí que la magia está en saber vivir. En momentos críticos hay que reinventarse e imaginar nuevas formas, caminos, estrategias y propuestas.
Definitivamente, los sueños sin una lista en acción no son más que un cúmulo de deseos, que probablemente jamás se cristalizarán. Sin perseverancia, estrategias, profesionalismo y pasión -por lo que hacemos- seremos simplemente hombres y mujeres del ayer. Hay que detectar oportunidades en lo que otros no pueden ver, la vida no es un camino lineal y esa es la verdadera magia de vivir. Ahora, preguntémonos si estamos dispuestos a transformarnos, cambiar hábitos, reinventarnos, reencontrarnos, desaprender y vivir con intensidad. No somos robots que obedecen órdenes sin razonar, arriesgarse y experimentar.
Este 2022 es el tiempo perfecto para empezar a desaprender y evidenciar todo ese derroche creativo propio del ser humano. Todos tenemos talentos que nos hacen únicos de allí, que es tiempo para reconocernos y potencializarnos hacia el éxito. (O)