Un grupo de 40 agroproductores, en especial mujeres, de la parroquia San Joaquín y de Sayausí, desafían a las frías madrugadas de Cuenca. Trabajan sin importar la hora, mientras el resto de personas duermen en sus hogares.
Llegan todos los días, desde las 03:00, a un predio, donde adecuaron una especie de plataforma para ofrecer los frutos de sus huertas. Por alrededor de 800 dólares mensuales, arriendan un sitio, ubicado detrás de la Feria Libre, en el sector Cristo del Consuelo.
Están agrupados en una asociación que se formó a raíz de la pandemia de la COVID-19, con personas que trabajaron en una de las plataformas de la Feria Libre. La emergencia sanitaria dejó a estos agricultores sin un puesto en el principal centro de abastos de la ciudad.
En camionetas propias o de alquiler traen saquillos llenos de coles, zanahorias, cebollas incluso de plantas medicinales para aliviar los males de las personas. La ilusión es enorme por ganar unos cuántos dólares para mantener sus hogares.
Las puertas de su mercado -que aún no tiene un nombre definido- se abren a las 03:30, en espera de los clientes. Los compradores son, generalmente, propietarios de tiendas y personas que recorren las comunidades de la provincia del Azuay en camionetas o furgones con el afán de revender las verduras.
Sacrificio
Una agüita caliente de frescos alivia de la helada a Lucía Matute, productora del sector Barabón Grande. La mujer, de 37 años de edad llega, con su esposo y tres hijos de 18, 14 y 3 años, para trabajar en el lugar que lo considera como su segundo hogar.
Mientras Lucía vende los productos, su hijo Christofer, de 14 años, apoya a su padre Manuel Carchi para descargar los saquillos de las camionetas del resto de productores que llegan al sitio. Christofer trabaja hasta las 06:20, pues tiene que acudir a su escuela para cumplir con su jornada estudiantil.
La crisis sanitaria golpeó duro a esta familia que hoy sale adelante gracias a su trabajo en este mercado, cuya infraestructura se caracteriza por carpas de color rojo y un piso de madera.
La palabra “vecina” se escucha a cada momento entre las agroproductoras que se protegen del frío con gorros de lana, chalinas y bufandas. Las mujeres conforman una especie de familia, aunque no tenga parentescos sanguíneos, pues se apoyan para comercializar los productos.
Rosa Lema, de 40 años de edad, siente este cariño de sus compañeras en su puesto de ventas. Esta mujer, que nació en el sector Zhud, de la provincia del Cañar, llegó a la ciudad de Cuenca cuando apenas tenía 10 años de edad.
El trabajo se convirtió desde entonces en su prioridad. No tiene hijos, ni familiares en la ciudad por quienes ver. El amor a la agricultura y a su terreno que adquirió con mucho esfuerzo en el sector Balzay Alto, oeste de Cuenca, reemplaza este vacío.
Los clientes provienen de diferentes partes de la provincia. Algunos de ellos madrugan a la par de los agroproductores con el propósito de llevar las mejores verduras.
Manuel Gutama, de 45 años, es uno de ellos. Él se traslada dos veces por semana desde la comunidad Miguir, de la parroquia Molleturo, hasta la ciudad de Cuenca para adquirir los productos.
Manuel podría comprar las verduras en la Feria Libre, pero prefiere adquirirlas a estos agroproductores por el esfuerzo diario que realizan para salir adelante.
Fortaleza
Los productores iniciaron con su mercado en julio de 2020, cuando se vivían momentos complicados de la pandemia de la COVID-19.
La asociación la integraron en un inicio 300 agricultores que ocuparon un predio, ubicado en las proximidades del Centro Forense, en el sector Balzay. La reducida presencia de compradores, así como el retiro paulatino de los miembros y el alto costo del arriendo hizo que busquen un nuevo espacio.
Las ventas se trasladaron al sector Cristo del Consuelo desde hace casi dos meses. No obstante, el lugar necesitaba de adecuaciones. Es así como se endeudaron en alrededor de cinco mil dólares en una particular para realizar las mejoras. La deuda la tendrán que cancelar en cinco meses.
Manuel Domínguez, de 48 años, es el presidente de la asociación. El dirigente habló sobre las necesidades de la organización, como la de tener un terreno propio, donde no deban pagar por el arriendo, para vender los productos.
La agrupación tiene grandes sueños que depende del dinero y el apoyo de las autoridades para conseguirlos. Mientras esto suceda, seguirán madrugando, así como tomando “el agüita de frescos” para trabajar en su mercado. (BPR)-(I)
DETALLES
– El mercado de los agroproductores funciona en la avenida Carlos Arízaga Vega, detrás de la Feria Libre, sector Cristo del Consuelo.
– Las ventas se realizan todos los días, desde las 03:30 hasta las 11:00. Sno obstante, dos socias se quedan hasta las 16:00.