Es el nombre del actor Al Pacino en la película “Carlito´s Way”, donde desempeña el papel de un traficante puertorriqueño en territorio neoyorkino. Y como ustedes se podrán dar cuenta, amables lectores, no he podido sustraerme de vincular el nombre de este Carlitos pillo, con el de nuestro propio Carlitos, aquel que de figura descollante de la década bailada y “contralor de lujo” auspiciado por el “innombrable”, ha pasado a ser un preso más en una cárcel de Miami, donde, lamentablemente para él, es un acusado de la justicia estadounidense y sin ninguna clase de privilegios, ¡cómo debe de ser!
Carlos Polit Faggioni fue contralor general de la nación durante más de diez años. El encargado de las cuentas del Estado. El responsable de que nadie perjudique los dineros sagrados del país. El designado para evitar que ningún pillastre llene sus bolsillos con dinero ajeno, y peor de las arcas públicas. El ungido con semejante designación para garantizar el correcto manejo de los dineros y bienes estatales. En fin, “la quintaesencia” de la pulcritud, de la honradez, de la honestidad. Calificado por los tribunales que condujeron su “concurso” con las máximas notas, claro está, concursos dispuestos desde Carondelet. De aquellos que el público ya sabía quién iba a ganar, con meses de anticipación, como sucedió también con el “célebre” ex fiscal Galo Chiriboga, hoy discretamente autoguardado, para ver si “pasa” por inocente. Total: un pillo redomado que le convirtió a la contraloría en su mina de oro y que, hoy, las inversiones de esos dineros malhabidos, lo han puesto contra las cuerdas y frente a una ejemplarizadora condena. ¡Qué bien!
Lo que llama la atención, y poderosamente, es que ninguno de los miembros de la banda, ni afiliados ni simpatizantes, ha salido a defenderlo. A decir que es un perseguido político, que no hay pruebas de los delitos por lo que se le acusa, que Carlitos forma parte de los “Ángeles de Charlie”, que todo es por odio al “innombrable”. Los de la banda se han declarado locos y mudos, nadie ha dicho esta boca es mía. ¿Habrá sido toda la plata solo para él? (O)