La historia evidencia el desarrollo de la organización humana desde las comunidades primitivas a nuestros tiempos. La conciencia crítica distingue lo correcto de lo incorrecto, lo que es bueno frente a los antivalores: Injusticia, tiranía o perversión, pero… ¿Cuánta falta nos hace la coherencia ética en este mundo desgarrado por la codicia y más antivalores? Los cuatro jinetes del apocalipsis asolan a la humanidad ya que se olvida que vivir honestamente, dar a cada quien lo suyo, no causar daño, son las premisas de la rectitud con que todos debemos actuar.
Recordemos que la vida social tiene su despliegue dialéctico gracias a la motivación que nos ofrece la cultura porque investiga los fenómenos e ilumina la creación de nuevas ideas y realizaciones en el mundo del arte, con la comunicación, el intercambio de las experiencias y el encuentro con nuestro “Yo profundo” haciendo así posible la autonomía ética de la voluntad. La libertad dentro de la responsabilidad que conlleva todo acto personal.
Miles de siglos han sido guiados por la inquietud y la necesidad de tomar consciencia de lo que somos y para lo que estamos en esta circunstancia concreta del aquí y ahora, y que llamamos convencionalmente “post modernidad” por sus características contradictorias. Pensemos que la ciencia ofrece luminosos aportes en la física, la biología y la psicología sobre los diversos temas que investiga, la filosofía se adentra en la interrogante perenne de la razón pura para conocer más del deber ser individual y social en contraste con las realidades de un mundo en crisis que demanda repensar el Derecho y la Política en función de la dignidad humana.
Por eso siempre nos acuciará la búsqueda de la Verdad y de la Justicia. Ser o no Ser para la Vida Auténtica es el problema fundamental a resolver. (O)