Al hablar de Pumapungo es adentrarse a otro mundo, a otra tierra, a otro espacio. Una vez en el interior, se puede viajar en el tiempo, ya sea a través de las exposiciones temporales o permanentes de los miles de objetos que se custodian, o ya sea mediante los vestigios que están rodeados por una ciudad que sigue creciendo y cambiando.
Aunque en un principio, en el año 1978, el Pumapungo se fundó como un Centro de Investigación y Cultura del Banco Central del Ecuador, con el paso de los años pasó a ser más que un espacio de archivos y colecciones.
En estos últimas cuatro décadas el Pumapungo llegó a ser un complejo compuesto por un museo, un parque arqueológico y etnobotánico, un teatro y una biblioteca.
En muchos casos, la gente cree que el Pumapungo solo es arqueología. Ello era de esperarse por sus vestigios prominentes.
Sin embargo, hay algo más allá que aquellas terrazas y muros que constituyeron el antiguo barrio de Pumapungo: dentro de la estructura que resalta desde la calle Larga hay, por ejemplo: 11.000 bienes etnográficos que pertenecen a la diversidad de pueblos y nacionalidades del Ecuador.
También está la colección de tsantsa más grande del país. Hay libros históricos y archivos, cuyo contenido es invaluable; hay pinturas, fotografías e imágenes no solo de la Cuenca de antaño sino de todo el Ecuador. Hay un mundo que puede ser observado solo con paciencia.
El poder de los museos
Hoy, 18 de mayo, se celebra el Día Internacional de los Museos, y el Consejo Internacional de los Museos (ICOM por sus siglas en inglés) ha decidido que este año la temática de celebración esté basada en su poder no solo para descubrir el pasado.
Para el ICOM, los museos también tienen el poder de abrir las mentes y dar paso a las nuevas ideas y concepciones de lo actual. Y el Complejo de Pumapungo ha decidido aplicarlo para compartir las nuevas temáticas contemporáneas: género, equidad y tecnología.
Empezando por lo último: el Pumapungo le está apostando a la digitalización de su contenido. Si las personas no pueden llegar a sus espacios, los espacios van hacia los públicos a través de la virtualidad.
Por ejemplo: la administración actual del complejo está trabajando en la creación de un espacio virtual en el que público podrá observar, a través de imágenes en 360 grados, el contenido del parque sin necesidad de estar presente físicamente.
Por otro lado, la Fundación CyArk, a través de la Embajada de Estados Unidos, donó equipos tecnológicos para que se haga un levantamiento digital del sitio arqueológico. La finalidad es que las personas puedan conocer el parque del Pumapungo a través de su reconstrucción en tercera dimensión.
Por último, y quizá el más importante, es la apertura de los espacios del museo para que todos tengan las mismas oportunidades de compartir su arte y conocimiento.
Actualmente, en la parte baja del museo 60 niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad están exponiendo sus pinturas y esculturas.
Para los artistas es un hito que el complejo más grande de Cuenca y uno de los más importantes del país haya abierto sus puertas a aquellos que no habían tenido la oportunidad de mostrar su visión del mundo.
Y justamente, el ICOM se refería a eso con el poder de los museos: a dar cabida a la construcción de una comunidad equitativa e inclusiva, ya que los museos han dejado de ser un espacio que custodia el pasado.
Hoy, los museos son un lugar en donde no solo habitan los mundos que nos precedieron. También está el mundo actual para que la población pueda mirar cómo todo cambia y cuán diversos podemos llegar a ser. (I)
Los espacios del Pumapungo
Salas temporales
El Museo Pumapungo cuenta con varias salas de exposición temporal. En este momento están activas tres muestras: en la planta baja se encuentra la exposición “Medir la Tierra”, que hace referencia a la segunda misión geodésica llevada a cabo en Ecuador hace 120 años.
A través de distintos espacios los visitantes se encontrarán con la ciencia, con la identidad de aquellos tiempos y con la vida de Paul Rivet, etnólogo francés que participó en la misión.
Frente a Medir la Tierra está “RE”, una muestra en la que se exhibe la historia del Pumapungo mediante sus colecciones.
Por último, en la primera planta se encuentra una exposición sobre arte religioso compuesta por pinturas y esculturas.
Sala Etnográfica
Uno de los elementos que más sobresalen del complejo de Pumapungo es su Sala Nacional de Etnografía. Allí, docenas de piezas (vestimenta, objetos de fiestas populares, entre otras) de las culturas de la Sierra, Costa y Amazonía cuentan su historia.
A ese espacio que ocupa gran parte del primer piso del museo se suma una sala de ritualidades y espiritualidades, así como la exposición de la muestra de tsanta más grande del Ecuador.
Para los administradores del museo, la Sala Nacional de Etnografía tiene como objetivo describir las características de las culturas vivas del Ecuador mediante un recorrido por sus regiones.
Colecciones
Cerca de 100.000 objetos custodia el Complejo Pumapungo a través de su colección que se divide en: Reserva de arqueología (10.060 bienes), Reserva de Etnografía (10.794 piezas), Reserva de Arte (2.632 bienes), Reserva Documental (55.101 libros y 300 colecciones de periódicos), Archivo Histórico Fotográfico (19.607 fotos), Archivo Histórico 5.775 bienes) y Reserva Audiovisual (5.667 bienes).
Cada uno de los objetos que guarda el museo en diferentes espacios corresponden a los tiempos prehispánicos, coloniales y republicanos de los diferentes grupos humanos ecuatorianos. Además hay un número pequeño de objetos de otros grupos que no corresponden al Ecuador.
Sitio arqueológico y
parque etnobotánico
En 1923 se entregaron los planos que sirvieron como base para las excavaciones que iniciaron, en 1981, el Banco Central y los arqueólogos Ernesto Salazar y Jaime Idrovo. En los diez años que duraron las excavaciones se descubrieron terrazas, un gran canal, los baños del inca, hornos, muros y miles piezas que están exhibidas hoy en el museo.
Una vez que se dio a conocer el sitio arqueológico, entre el 2001 y 2003, se creó el parque etnobotánico en el que se conserva 300 especies vegetales nativas de los Andes. En el lugar también se encuentra un santuario de aves silvestres, con 120 especies de aves y animales.