El amor de un padre por su hija expresado en su nombre

“Tu nombre es mi nombre. Mi nombre es tu nombre, dulce capullo de todas mis ilusiones. Tierno retoño, nacido en la penumbra horizontal de mi tiempo ido sin esperanza de retoño”, es la primera estrofa del poema “Danielita” que escribió el polifacético Daniel Arturo Pinos, destacado compositor, gestor cultural, músico, periodista, profesor que falleció hace cuatro meses, para su hija Daniela.

La obra del poeta que nació en Zaruma, pero radicó mucho tiempo en Girón y Cuenca, indudablemente ratifica el incondicional amor de los padres por sus primogénitas, heredando incluso algunas características propias de su progenitor como su apariencia física y carácter.
A continuación, cuatro historias y anécdotas de papás que decidieron bautizar a sus hijas con sus nombres.

Daniel y Daniela, “unión espiritual”

Los ojos de Daniela Pinos se humedecen cuando rebobina recuerdos. La herida está fresca. No sana. Han pasado cuatro meses desde que su padre, Daniel, falleció a la edad de 97 años.

Una vela que se encuentra al frente de los restos cremados de su progenitor se mantiene encendida como ese amor que nunca se apagará.
Mientras observa una foto en blanco y negro de su padre, destaca que el hecho de llevar el nombre de Daniela representa su mayor orgullo, pero también una gran responsabilidad, ya que debe honrar su legado. “Mientras viva haré que su obra y vida no sea olvidada”, exclama.

Jacky Benalcázar, madre de Daniela, recuerda que cuando estaba en su vientre pensaron que iba a ser varón, por lo que querían bautizarle como Daniel Arturo.

Después se decidieron por Daniela Valentina porque estaba previsto que nazca el 14 de febrero, pero “como siempre sale con sus ocurrencias” y el parto se adelantó terminaron llamándola Daniela Jacqueline, por su papá y mamá.

Daniela junto a la fotografía de su padre, quien le escribió un poema a los 20 años (actualmente tiene 28). Danielita: tu nombre igual que el aire y la luz es el alimento espiritual de mi ser», dice una de sus estrofas.

“Dani”, no solamente heredó el nombre y apellido de su papá, sino también el carácter, frontalidad para decir las cosas e intelecto. “Tenían muchas cosas en común como la alegría, amabilidad y generosidad. Siempre nos decía: lo que se hereda no se hurta. Fue tanta su influencia que mi hija heredó la pasión por la literatura y hasta siguió la carrera de periodismo”.

Marcelo y Marcela, “almas gemelas”

Claudio Marcelo Baculima esperaba un varón en el tercer embarazo de su esposa. Antes ya se había convertido en padre de dos nenas: Anita Elizabeth y Deysi Eliana.

Por la forma que tenía la barriga de su cónyuge, todos le decían que el bebé iba a ser hombre. Por tal razón acordaron ponerle el nombre de Marcelo Alejandro (por su padre y abuelito), pero finalmente nació otra hermosa niña, que hoy ya tiene 32 años.

A los seis meses de gestación recibieron dicha noticia que trastocó los planes de Claudio Marcelo, quien se desenvuelve como agente vendedor en Confiteca por más de 32 años.

Al inicio iba a llamarla Marcela Alejandra, pero su compañera de vida no estuvo de acuerdo. Finalmente la bautizaron como Marcela Alexandra.

Hoy, a sus 66 años, comparte esta anécdota que llevará impregnada en su corazón, donde asegura que siempre tendrá un lugar especial para sus tres retoños.

Dice que a todas sus hijas las quiere por igual, pero reconoce que con Marcela Alexandra tiene muchas cosas más en común, a tal punto que sus amigos siempre le dicen: “es tu fiel reflejo” o “es tu copia”.

Y, vaya que tienen mucha razón. Su parecido físico es evidente, así como la pasión que sienten por las ventas y los viajes, pues Marcela Alexandra también es agente de ventas. También comparten el mismo amor por las mascotas. Tienen dos perros: “Osito” y “Lucy”.

Marcelo y Marcela tienen mucho en común como el amor por las mascotas. Han adoptado perros y gatos.

Marcela Alexandra, quien es ingeniera en turismo, destaca que el amor que siente por su padre es único. “Jamás voy a poder agradecerle todo lo que ha hecho por mí en esta vida”.

Ivanna Marcela, el amor de Freddy Marcelo

Freddy Marcelo Santos, es un destacado periodista y abogado. En la sala de su acogedor hogar se encuentran fotos de inolvidables recuerdos que ha compartido junto a su esposa Paulina Ulloa, con quien está casado 18 años.

Tiene tres hijos: Emilio Josué (16 años), Anita Paulina (14 años) e Ivanna Marcela (10 años), la “mimada de la casa” por ser la menor.

Indica que en su familia el primogénito siempre lleva el nombre de su padre por tradición, sin embargo, junto a su cónyuge resolvieron romper esta idea que viene de generación en generación.

No obstante, cuando tomaron la decisión de “cerrar la fábrica”, se les ocurrió poner el nombre de Ivanna Marcela a su última bendición.

Sus hijos son el vivo reflejo de Freddy Marcelo, quien trabaja en la Universidad Católica de Cuenca. Son grandes deportistas que también destacan en el arte.

Emilio Josué sobresale en el fútbol. Anita Paulina también decanta por sus habilidades en el “Rey de los Deportes”, a más de dedicarse al canto y hacer música con su progenitor.

Por las venas de Ivanna Marcela, en cambio, corre sangre de artista, tanto así que a su corta edad de 10 años se hizo merecedora del premio “Pincel Dorado” en el taller que realizó en el Museo de Arte Moderno, dictado por el maestro Jaime Carrión. A parte está escribiendo su propia historia bajo el título “Mi vida de colores”, obra que es editada por su padre.

Freddy Marcelo Santos junto a Ivanna Marcela, quien ha pintado varios cuadros, que su orgulloso padre guarda en un lugar especial.

Con una gran soltura, la alumna de la UE Asunción, destaca que se siente feliz y orgullosa de llevar el nombre de su padre. “Quiero agradecerle a mi papi porque siempre me apoya”, expresa.

José Luis y “Majito”, entre risas y juegos

La mirada tierna y cómplice entre José Luis Álvarez y su hija María José define el amor puro y sincero de un papá por sus retoños. Físicamente son parecidos.

Mientras, José Luis hace un alto a sus sacrificadas tareas de cocina que cada día realiza en su restaurante “Deli Food”, ubicado en la avenida General Escandón y Roberto Crespo (sector Feria Libre) para dedicarse a “Majito”, deciden medir fuerzas.

El padre de familia pierde la pulseada, dejando llevarse por la ternura de su pequeña, que siempre le tiene en la palma de su mano.

En los tiempos libres, no solamente juegan a las fuercitas, sino también Play Station y hasta lucha libre. Tienen mucho en común, incluido el nombre y apellido.

Álvarez comparte que le bautizaron a su hija en el hospital “José Carrasco Arteaga”, de Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, porque el parto de su esposa se complicó debido a una preclamsia.

“Sinceramente no teníamos pensado un nombre en ese momento. Por la difícil situación que estábamos atravesando decidimos, sin pensarlo mucho, que lleve el nombre de María José, por mi esposa que se llama Ana María y por mi que soy José Luis”.

José Luis Álvarez mide fuerzas con “Majito”. El padre de familia tiene dos hijos más: Sebastián y María Paula.

Otra anécdota de “Majito”, quien tiene 8 años y estudia en la escuela Sor Teresa Valsé, es que nació un 19 de marzo, precisamente en el Día de San José, por lo que esa fecha festejan en su casa por partida triple. (I)

Por: José Mosquera Baca

Twitter: @jmosquera1982

Fotos: Xavier Caivinagua Astudillo

Fabian Campoverde

Periodista multimedia y creador de contenidos digitales con una maestría en Comunicación Estratégica Digital. Especializado en temas de seguridad, cultura, crítica teatral y música. Escribe sobre viajes, arqueología e historia.

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