México (EFE).- El luchador puertorriqueño El Mesías tardó cuatro años para encontrar la fórmula con la que la afición de la lucha libre mexicana, acostumbrada a tener referentes locales, le diera aplausos hasta convertirlo en una de las figuras modernas de este deporte en el país.
«Como extranjero tienes que picar piedra, enseñarle al público por qué estás ahí y si te quieres mantener y ganar otra posición debes sacrificar todo y también enseñarle al mundo de lo que eres capaz», explicó este domingo a Efe.
El camino del gladiador, que ha llevado varios nombres en su carrera entre los que destacan Ricky Banderas, Gilbert, el Boricua y Muerte Cibernética, empezó en el bando de los rudos, en el que destacó por su habilidad no sólo para castigar a sus rivales, sino para su manejo ante las cámaras.
El oriundo de Bayamón fue uno de los que ayudó a Lucha Libre AAA, una de las dos empresas más importantes en México, a en la segunda parte de la década de los 2000 cumplir su objetivo de ser un producto atractivo para la televisión.
Gilbert arribó para trabajar en México en 2006 cuando lo fichó AAA, aunque antes estuvo en el país para aprender el estilo para combatir, diferente al que se practica en Puerto Rico, donde la lucha libre tiene influencia de la estadounidense.
«Una amistad que tuve, Vampiro Canadiense, me dio la oportunidad de venir a México por tres meses y esos se convirtieron en 17 años. Empecé como un novato hasta que México me catapultó a todo el mundo».
Su paso por México lo ha llevado a las mejores empresas del mundo como la extinta Total Nonstop Action Wrestling (TNT), por mucho tiempo la principal competencia de la WWE, y el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), rival de AAA y en la que se hicieron leyendas El Santo y Blue Demon.
Antes de llevarse ovaciones de los hinchas, El Mesías batalló para ser aceptado por la fanaticada, que lo odiaba en su papel como rudo, el bando de los malos en la lucha libre.
El Mesías se dedicaba a provocar a los asistentes a las funciones, quienes le respondían con insultos, algo que el boricua veía como un desahogo.
Fue hasta que se pasó al lado técnico, el de los buenos, cuatro años después de su llegada a México, que por primera vez recibió alabanzas y elogios que le confirmaron que ya era una de las figuras del pancracio mexicano.
«Cuando te conviertes en técnico hay esa conexión de amor, de aceptación, que les gustaba como rudo, pero no querían reconocerlo sino solo insultarme. Como técnico el público te agarra como parte de ellos», revela..
Después de su exitoso paso por AAA, empresa en la que se hizo reconocido en el mundo de este deporte, se convirtió en un luchador independiente para contratarse con cualquier organizadora de funciones.
Pero el puertorriqueño sufrió las prácticas a las que las grandes empresas mexicanas recurren de registrar ante las autoridades el nombre y personaje de sus luchadores una vez que abandonan sus filas.
El Mesías pasó de pertenecerle a Ricky Banderas a AAA, a la que apenas el año pasado, después de una disputa legal, recuperó la propiedad intelectual del personaje con el que luchaba desde sus inicios en Puerto Rico.
«Se me ocurrió el nombre porque quería ser un mensajero en la lucha libre, algo para que el público me recordara siempre, ser inmortalizado. Llevo un mensaje en el ring que genera alegría, tristeza y todo tipo de sentimientos».
Banderas, quien vive en México, admitió que la lucha libre puertorriqueña debería innovar en sus funciones para alcanzar a las tres potencias en este deporte, México, Japón y Estados Unidos.
«La lucha mexicana y puertorriqueña son diferentes completamente. La puertorriqueña necesita innovación al público, ser diferente, hacer algo para que el público quiera ir a las arenas».
El gladiador estará por una temporada con el CMLL, empresa en la que este 19 de agosto participará en el Gran Prix, función que enfrenta a dos equipos, uno de mexicanos y otro de extranjeros, que integrará Ricky Banderas. EFE