A nivel mundial, entre 1789 a 2016, se pusieron a consideración de la ciudadanía 179 propuestas de constituciones, de las cuales, el 94 % de sus textos fueron aprobados en los respectivos referéndums, según datos del jurista canadiense, Richard Albert.
Sin embargo, este 4 de septiembre de 2022, la tendencia no acompañó al pueblo chileno con su propuesta de una carta política plurinacional, intercultural, regional y ecológica, misma que fue rechazada por casi el 62 % de la población.
Entre las primeras reacciones, se ha podido leer mensajes equivocados, en los que se piensa que Chile optó por continuar con la Constitución de “Pinochet”, y esto es errado, pues después de las protestas sociales de 2019, en el plebiscito de entrada de 2020, el mensaje fue claro, pues la opción por el “apruebo”, triunfó con el 78,28 %, ante la pregunta: ¿Quiere usted una Nueva Constitución?
No obstante, hace falta preguntarse las razones por las cuales un texto que en teoría contó con un proceso participativo, paritario y democrático fue rechazado.
Y las explicaciones pueden venir de varias vertientes, una de ellas fue el propio trabajo de los “convencionales” y sus actitudes, desde enfermedades inventadas, falta de prolijidad y seriedad a la hora de las votaciones, entre otras; así como que al parecer el texto pese a lo innovador y transformador que aparentaba, no respondía a las reales necesidades de la ciudadanía que, a la fecha atraviesan problemas económicos y de inseguridad. Así como la polémica frente a ciertas propuestas tales como: plurinacionalidad; interrupción voluntaria del embarazo; y, eliminación del Senado.
Por último, en casi todos los casos, en un plebiscito si bien se vota por la propuesta, los ciudadanos también se pronuncian frente a quién lo planteó, y en este caso la Convención Constituyente fue identificada con el gobierno de Boric, por lo que, él puede considerarse como uno de los perdedores del proceso.
En mi opinión, es claro que Chile quiere cambios, lo demostró el 78 % de rechazo a la vigente Carta Política (2020), sin embargo, el texto debe ser más consensuado, pues al final del día, una Constitución debe intentar ser lo más incluyente, en una norma que organice políticamente a la sociedad con el propósito de alcanzar el bien común, en la que se pongan límites al poder del Estado, y las bases para el gobierno. Este es el nuevo reto, el cual deberá ser estructurado entre el gobierno, la Cámara de Diputados y el Senado. (O)