¿Y si la vejez fuese una enfermedad contra la que se puede actuar? Esta es la convicción del investigador francés Jean-Marc Lemaître, que asegura tener la clave: la reprogramación celular, que su equipo ya ha testado con éxito en la piel humana.
«Cuando decimos que es normal envejecer, es así. Pero podemos hacerlo estando un poco más jóvenes para seguir haciendo lo que hemos hecho siempre en nuestra vida, no tener ciertos déficits y enfermedades», explica en una entrevista con EFE Lemaître, que ha publicado el libro «Guérir la Vieillesse» («Curar la Vejez»).
El director del Instituto francés de Medicina Regenerativa y de Bioterapias (IMRB) es consciente de las reticencias éticas hacia su investigación, vista contra natura para muchos. Pero también sabe que sus estudios responden a una necesidad social: cómo envejecer mejor.
Porque para Lemaître no se trata de ser eternamente joven, ni mucho menos de llegar a ser inmmortal. Se trata de abordar las enfermedades vinculadas a la edad de manera diferente. Curar patologías como la diabetes, la artrosis o las neurodegenerativas atacando la raíz del problema, el envejecimiento de las células.
En 2011, con su equipo lograron demostrar que era posible «rejuvenecer» las células de la piel de personas centenarias a través de la reprogramación, que consiste en convertir cualquier célula del cuerpo en una célula madre pluripotente o embrionaria.
«Lo bueno de esta estrategia es precisamente rehacer una célula que va a poder recomponer 220 tipos de células distintas que hay en el cuerpo. Pero hay que guiar a estas células, es un trabajo colosal», avisa Lemaître, que se inspira en los estudios del japonés Shinya Yamanaka, premio Nobel de Medicina en 2012.
A juicio del francés, para abordar la pertinencia de una terapia celular que permita evitar un cierto número de enfermedades, lo primero es establecer si la edad cronológica se corresponde con la fisiológica. Es decir, si una persona de 50 años vive en realidad en un cuerpo de una de 65.
«Eso es posible descubrirlo -precisa- con una simple muestra de sangre. Una vez hecha esa constatación, que resulta del estilo de vida de la persona analizada (si es sedentaria, si tiene una alimentación saludable,…), el médico podría decidir si ese paciente necesita o no someterse al rejuvenecimiento de las células.
Pero para eso, Lemaitre insiste en que «primero es necesario que la vejez se considere una enfermedad en sí». Tarea nada fácil, sobre todo por cuestiones éticas.
«La gente está impregnada por el fantasma de la inmortalidad, en el que detrás está Dios. Nos han inculcado desde pequeños que existe un límite biológico impuesto por la naturaleza», cuenta.
El responsable del IMRB se insurge ante esa mentalidad, que recuerda que ya hemos desafiado lo que se considera el curso natural de la vida. También que «hemos evolucionado mucho, por ejemplo, en la esperanza de vida y eso no lo cuestionamos».
Instituto
Lemaître pretende poner en marcha un instituto dedicado exclusivamente a la Longevidad en Montpellier, la ciudad del sur de Francia en la que ya está instalado con su equipo. El objetivo es fundar una nueva medicina centrada en el proceso del envejecimiento.
«En Silicon Valley sería más fácil», suspira, en alusión a otros tratamientos contra el envejecimiento altamente financiados por inversores estadounidenses, entre ellos las transfusiones de plasma.
Pero no se resigna. «Hoy en día sigue habiendo muchas oportunidades», afirma mientras apunta a la portada de su libro, ilustrado con el célebre rostro de la Venus de Botticelli, símbolo de la lozanía y en el Renacimiento italiano. EFE