Brasil produjo más de 52 toneladas de oro con algún rastro de ilegalidad en 2021, la mayor parte extraído directamente de la Amazonía. El volumen, un 25 % superior al de 2020, representa un nuevo récord en el país, según un estudio divulgado por el Instituto Escolhas.
Las 52,8 toneladas (52.806 kilos) del preciado metal que tienen indicios de haber sido extraídos de forma irregular corresponden a más de la mitad del oro producido en el país el año pasado.
Los datos pertenecen al estudio sobre el origen del oro que desde 2015 realiza el Instituto Escolhas mediante una metodología que analiza datos oficiales e imágenes de satélite producidas por la red Mapbiomas.
Exportaciones vs producción
Las exportaciones del metal le dejaron al país 5.300 millones de dólares el año pasado, un aumento del 6 % frente a 2020.
Según las cifras oficiales, Brasil vendió al exterior cerca de 103,9 toneladas de oro el año pasado, mientras que la producción total del preciado metal en 2021 fue de 97 toneladas, un 7 % menos que el exportado.
«Hubo 6,7 toneladas de oro que no pasaron por ningún registro de la producción nacional, es decir, ni siquiera fue blanqueado», aseguró a EFE Larissa Rodrigues, gerente de portafolio del Instituto Escolhas.
Daños
Brasil vende en el exterior prácticamente todo el oro producido y sus principales compradores son Canadá (31 %), Suiza (25 %) y Reino Unido (15 %).
«Eso quiere decir que esos países no tienen cómo no estar contaminados por oro manchado con sangre indígena o crímenes ambientales en la Amazonía», enfatizó la experta.
El oro en Brasil es principalmente extraído por la minería informal o artesanal conocida como ‘garimpo’. A diferencia de siglos atrás, el ‘garimpo’ de hoy emplea gigantescas retroexcavadoras y muchas veces opera de forma ‘non sancta’ con el uso de mercurio para facilitar la búsqueda el metal, contaminando los ríos.
Para 2021 este tipo de minería abarcaba el 91,6 % del área explotada en la Amazonía brasileña, según la red Mapbiomas, que mapea el uso del suelo en el país con datos por satélite.
Eso coincide con los datos de Escolhas, que señalan que el 61 % del oro de dudosa procedencia (29,6 toneladas) salió de la selva e indican que en las reservas indígenas que allí se levantan, donde cualquier tipo de actividad minera es ilegal, la extracción de oro se disparó un 442 % entre 2020 y 2021.
Falta control
La problemática, que ha crecido consecutivamente en los últimos años, es achacada por los ambientalistas a las permisividades de la ley y a la falta de controles del Gobierno de Jair Bolsonaro.
El mandatario, que llegó al poder en 2019 y ahora busca la reelección, defiende la explotación de los recursos naturales en la Amazonía, incluso en reservas indígenas, y ha flexibilizado la fiscalización de actividades como la minería y el comercio de madera, en su mayoría practicadas de forma ilegal en esa región.
A eso se suman normas que facilitan el lavado de oro porque, según explicó Rodrigues, cualquier persona que trabaje en una minera informal puede venderlo directamente a una institución financiera avalada que solo pide diligenciar un formulario a mano y entrega un recibo en papel al vendedor.
Para ayudar a contener el problema, Rodrigues sugiere que, además de digitalizar la información -que facilitaría el cruce de datos con el fisco o autoridades ambientales en tiempo real-, es «fundamental» comprobar el origen del oro mediante cadenas de custodia como las existentes para productos como la carne y la madera, así como centralizar la venta del metal en un solo responsable.
La experta también pide que el Banco Central brasileño tome medidas en el asunto y ejerza un control más severo a las instituciones financieras que autoriza para la compra de oro porque «es donde están concentrados los indicios de ilegalidad».
Efe consultó al Emisor si ya ha adoptado alguna medida, pero no obtuvo respuesta. EFE