Cuando se reúnen, empiezan a hablar de las llantas, de las luces, de las suspensiones. Hablan del chasis, de los motores, de la potencia. Y en eso, alistan los controles y asientan los carritos en el piso.
Así es una reunión del Club Crawler Cuenca, un grupo conformado por 64 personas aficionadas a los carros a radiocontrol.
El club se formó hace cuatro años. Diez amigos, seguidores del 4X4, adquirieron los carros que se mueven con un control remoto, y empezaron a reunirse para probarlos en terrenos irregulares.
Lo que no sabían los amigos era que en Cuenca había un gran número de adeptos a esos carritos.
“Por medio de redes sociales hemos compartido lo que hemos ido avanzando, lo cual ha llegado a mucha gente. Esto ha provocado que tengamos 64 integrantes y más de 200 vehículos en la ciudad de Cuenca”, contó a El Mercurio Francisco Vega, presidente del Club Crawler.
¿Por qué la afición? Una de las razones por las cuales este grupo sólido de amigos se ha mantenido por casi un lustro se debe a las características de los vehículos.
Los carros no son los que se encuentran en las jugueterías. Cada uno de ellos tiene su propia performance: llantas, suspensiones y motores que cumplen el objetivo de superar los terrenos deformes.
Mientras más obstáculos se superen, mejor es el carro.
En el mundo de los vehículos a radiocontrol que está inmiscuido el club hay dos categorías: una que está dedicada a la imitación del carro de verdad, y que tiene sus mismas características, y el carro que ha sido modificado.
Un carro, de esos tipos, en promedio, puede costar 500 dólares. En el caso del Club Crawler Cuenca, sus integrantes los adquieren en Estados Unidos, España y China, y luego los prueban en las rutas que han armado en las parroquias Tarqui y Turi, al sur de la ciudad.
Integrantes
Poco a poco el club crece, debido a que en Cuenca y Ecuador hay docenas de coleccionistas, amantes a los vehículos de motor, que se adentran a los carros a radiocontrol.
De su lado, el Club Crawler ya se ha reunido con otros aficionados de Quito y Guayaquil para compartir el mismo gusto.
La idea, ahora, es que más personas puedan unirse a la camarería que, cada fin de semana, se arma entre los integrantes de un club que gana más fuerza con sus vehículos y sus controles.
Los interesados en unirse pueden contactarse con el club a través de sus redes sociales. Allí recibirán asesoría e información.
Motores por 35 dólares y controles desde los 50
Hace seis años, Álvaro Flores vio un video sobre los carros a control remoto. Fue entonces cuando empezó a interesarse por ellos, sin saber que se convertiría en un proveedor de las piezas que se usan para modificar a los vehículos.
Al encontrarse con esta nueva actividad que gustaba a Cuenca, se hizo importador de una infinidad de piezas que usan quienes optan por modificar sus carros a radiocontrol.
Simuladores de sonidos, luces, guardachoques, mandos y hasta muñequitos con formas de pilotos trae Álvaro, quien también integra el Club Crawler Cuenca.
“Hay distintas gamas de pieza. Ya depende de lo que quiere el cliente o cómo quiere modificar su vehículo. Hay motores que valen 35 dólares, hay controles que son los mandos de los vehí-
culos, y que cuestan 50 dólares”, dijo Álvaro a diario El Mercurio.
Una vez que se hacen las modificaciones, él, junto con sus compañeros del club, prueban los vehículos en las distintas rutas que han armado a lo largo de estos años.
“Hay bastante gente que compra las piezas. Hay muchas personas interesadas en modificar poco a poco sus vehículos”, agregó. (I)
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2 tipos de vehículos tiene el club: el que imita a un carro de verdad, y el carro que ha sido modificado.
64 personas conforman el Club Crawler Cuenca. El grupo suma alrededor de 200 carros a control remoto.
500 dólares, en promedio, cuesta un vehículo a radio control. Este tipo de carros son considerados como profesionales.