Ha constituido para Cuenca y sus espectadores un atractivo inmenso el contemplar la exposición en movimiento e inmersión de Vincent Van Gogh. La pintura flamenca, post impresionista de este pintor, expuesta en nuestra ciudad, en su más atractiva dimensión, como en las grandes ciudades de Europa y América, nos llena de satisfacción a los cuencanos. La denominación de esta exposición inmersiva, permite desde una dimensión tridimensional, al contemplador de la pintura, percibir su mayor alcance a través de los estímulos sensoriales. Color y luz potencian el verdadero alcance de la pintura expuesta, permitiendo su recreación, en grado máximo y con la sensación de estar enlazados a la sensibilidad del artista y sentir cómo podríamos captar desde su retina el movimiento y la grandeza de su pintura. Importante la serie de autorretratos y como no destacar los girasoles que imprimen particular fuerza y belleza.
Contemplar “La noche estrellada” cuyo original fuera pintado desde su cuarto en Arles y que se encuentra en el Moma de New York, constituye un privilegio. Este cuadro es un clásico de Van Gogh que con enorme colorido contrasta con los rasgos debilitados de su autor, que le llevara a una vivencia depresiva y a asumir el acto incontrolado de mutilarse su oreja y luego a la lamentable decisión de autoeliminarse.
Ojalá el mayor número de seguidores del arte, asistan al Parque de la Madre para la contemplación de una muestra de tanto nivel como la que hemos analizado. ¡Espectáculo como éste, es digno de destacarse y de beneficiarse de su contemplación! (O)