El ser humano muchas veces busca una sustancia para calmar la insatisfacción de su alma, algo que le de placer, que le saque de los problemas o que por unos instantes evada la realidad de la vida.
El mundo de las drogas abre la puerta a lo desconocido, altera la percepción de la vida, y el cerebro se deja atrapar en esa ilusión con una cuota de tolerancia, que cada vez pedirá más de esa sustancia para sentir lo mismo.
La drogadicción ataca a la población más vulnerable como niños y adolescentes. Cuando se crea un hábito placentero, el estímulo positivo aparece y se origina una tendencia para repetirlo, y es allí cuando aparece la adicción, la abstinencia le causa angustia.
Usar drogas, y descubrir que produce sensaciones de placer, evasión, tranquilidad o euforia, incentiva su uso y abuso para obtener èstas y otras percepciones, siendo los adolescentes el grupo etéreo más vulnerable.
Ante la crisis económica, política, social, y frente al desempleo, está visto que la gente quiere sobrevivir de alguna manera; y si se le cierran todas las oportunidades, buscará un argumento legal o ilegal para no desaparecer del planeta.
Los gobiernos de la mayoría de países del mundo gastan dinero a raudales para que sus ciudadanos no se auto aniquilen con el consumo de drogas, y ellos a su vez gastan más en evitar el éxito del gobierno. La cultura narco se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida.
Se continúan gastando decenas de millones de dólares, y las narices de un alto porcentaje de habitantes de este convulsionado planeta, aspiran sin parar el polvo de cualquier selva de América o del mundo. El capitalismo y el materialismo recalcitrante en el que vivimos inmersos, invitan a esta actividad sumamente lucrativa, invitación que la hace a través de sus propios conceptos básicos: oferta y demanda que son los motores gemelos de la economía de libre mercado.
En la mayoría de los países, donde tienen su estancia, el totalitarismo, la corrupción y el lúgubre populismo, con frecuencia los tentáculos del narcotráfico salpican los niveles más altos del poder.
Una sociedad enferma, desahuciada ha encontrado en el alcohol y la droga, el único remedio para combatir los males de la soledad, el vacío de la posición social, la fortuna y la fama, sin darse cuenta que no estamos sólo enfermos de drogas sino de desempleo, corrupción, injusticia social, exclusión y de soledad moral.
El mundo de las drogas, no es un lugar excepcional…es un mundo donde millones de seres humanos mueren de la lenta crucifixión, que les produce el hambre, la miseria, el desempleo, los políticos corruptos y los caudillos populistas vendedores de falsas ilusiones. (O)