Desde que la humanidad habita este planeta los sabios conocían que, a cambio de servir a los demás, recibían como premio disminución en sus sufrimientos, eliminación total de alguna pena, mejoría de un amado ser, condonación de problemas por los que pasaba, alivio o solución en lo económico, etc., etc., etc. En el universo en el que nos tocó estar las leyes que lo gobiernan funcionan así. Si las respetamos seremos premiados si no castigados generalmente con dolor por que la mayoría de las personas, por no decir la totalidad, ignora como cesar las faltas morales que infaustamente aumentamos a la pesada carga con la que nacemos y que impide que podamos vivir felices sin dolor ni vicios ni deseos.
La fórmula es sencilla:
1no forja algo compasivo por 1 congénere y el resultado es 3 veces más.
Deberíamos tenerla como frase de cabecera y practicarla ya que esto sí nos hará realmente multimillonarios.
Hagamos algo por alguien. Pero algo bueno. No importa que no nos dé las gracias, que ni siquiera se entere. Poderes enormes, que casi no los entendemos del todo, se encargarán de devolvernos el triple de lo que hemos empleado. Es la mejor medicina para la desilusión, el despecho, la amargura y el aburrimiento. No esperemos la llegada de estas fiestas (consideradas paganas por la creencia oficial que la cambió por religiosas, acordes al dogma Occidental) dedicadas a Jesús, para acordarnos recién de hacerlo. Tenemos todo el año y toda la vida para ello, no olvidemos una de las máximas de los Iluminados que nacieron antes de él y repetían constantemente: “No te canses de hacer buenas obras”.
No pretextemos que no tenemos resguardo. Aún hay espacio para el cambio de acuerdo a El-Moria, el Cristo egipcio, que predicaba hace 6 000-8 000 años que la regeneración empieza con el arrepentimiento.
Anhelamos de todo corazón bienestar y prosperidades en la materialista Navidad que lastimosamente emplea lo espiritual como motivo para disparar vanidades, ambiciones y egoísmos.
Paz Inverencial (O)