Leonardo Vanegas, el ascenso que nació desde la adversidad

Leonardo Vanegas
Leonardo Vanegas hizo historia al mando de Cuenca Juniors. API

A veces el fútbol no espera. Otras, la vida obliga a frenar en seco. Leonardo Vanegas, de 43 años, conoce ambas caras. Hoy, es imposible hablar del histórico salto de Cuenca Juniors a la LigaPro Serie B sin detenerse en su historia personal, esa que se jugó lejos de las cámaras y muy cerca del límite.

Vanegas tomó al equipo cuencano a pocos días del inicio del torneo del Ascenso Provincial, en un contexto complejo y con más dudas que certezas. Lo que vino después fue un giro total; una identidad clara que terminó con el primer ascenso profesional en la historia de Cuenca Juniors. Un logro deportivo que, para el ‘Maya’, tuvo un peso distinto.

“Después de todo lo que me pasó, este ascenso lo siento con más emotividad”, confiesa. Y no es una frase de ocasión. Meses atrás, una fractura total del tobillo izquierdo, tres tornillos y dos placas incluidos, lo sacó literalmente de la cancha. Treinta días sin apoyar el pie, más de tres meses de recuperación y la incertidumbre de no saber si volvería a dirigir con la misma energía.

En ese proceso hubo silencios, ausencias y una sensación que el fútbol suele dejar, cuando ya no estás, te olvidan.

“Después de haberlo dado todo, sales y te das cuenta de que no siempre hay gratitud”, admite sin rencor, pero con honestidad.

Fue en ese momento cuando el camino tomó otro rumbo. Leonardo estuvo muy cerca de alejarse definitivamente del fútbol. Tiene un título como educador especial, formación que le permite trabajar con niños con capacidades educativas especiales. La docencia apareció como una opción real, no como escape, sino como vocación.

“Trabajé cinco años como profesor. La gratitud de los niños es distinta, más sincera. Me gusta estar con ellos”, cuenta.

Pero el fútbol volvió a tocar la puerta. Y Dios, como él mismo lo repite, marcó los tiempos. La oportunidad con Cuenca Juniors apareció casi de inmediato, y el resto es historia escrita con esfuerzo. “Esto no fue casualidad. Fue trabajo, pasión y creer cuando otros no creían”, resume.

Más allá del logro deportivo, Vanegas habla desde la madurez. Reconoce que el entrenador de hoy no es el mismo de años atrás.

Cambió su forma de vivir

La pausa obligada, la cirugía, la familia y la fe le cambiaron la forma de mirar la vida y el fútbol. “Uno aprende que no todo es correr detrás del resultado. Hay cosas que te ordenan por dentro”, reflexiona.

Ese orden tiene nombre y rostro. Sus hijas, María Emilia (21) y María Paula (19), son su ancla. “Ellas estuvieron cuando perdí, cuando me operaron, cuando las cosas no salían. La familia es la que no se va”, dice. También recuerda a su padre, Gerardo (+), de quien heredó el valor de mantenerse unidos en las buenas, en las malas y en las peores. Su madre es María del Pilar Barcia.

La fe es otro pilar. La iglesia, los hermanos, los amigos, la familia extendida en Milagro forman parte de un entorno que lo sostuvo cuando pensó en dejarlo todo. “Los tiempos de Dios son perfectos”.

Hoy, con el ascenso consumado, Vanegas habla de recargar energías, de disfrutar la Navidad y de pensar con calma el 2026. No se apresura. Sabe que el profesionalismo exige tiempo, sacrificio y también renuncias familiares. “Me quedan cuatro o cinco años más dentro de la cancha”, proyecta. (D)

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Ismael Alvarado

Ismael Alvarado

Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas deportivas de todas las disciplinas a nivel nacional. Producción y contenido para medios digitales.
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