Con ese nombre bautizó mi nieto Tomás, a sus tres años de edad, a la colina de Nulcay que cobija nuestro retiro a orillas del río homónimo en Jadán, colina que se continúa con un segmento del interminable bosque de pinos de Criathian Kuen, mágico hábitat que sustentó la imaginación desbordante de mis nietos que, …









