“¡Le lanzo las cartas, señorita!, le miro el pasado, el presente, el futuro. Sin siquiera entender qué me estaba proponiendo, atino, en medio de la sorpresa, a decirle: ¿qué? ¡Le leo las cartas, señorita!, me dice, sin dejar de mostrarme sus habilidades para barajar el naipe… ¡No puede tener más de diez años!, pensé, y …











