Silencioso, sin hacer aspavientos del poder el vicepresidente Borrero caminaba por una vereda cerca de la puerta del colegio Benalcázar en Quito. Iba con todo su derecho a vacunarse; la gente le reconocía por su alto cargo, y él les abrazaba a quienes no podían creer que la humildad se muestre de cuerpo entero. Fui …











