Se estremece mi piel, mi corazón se alegra y no dejo de sonreír al sentir la fuerza y el poder del agua para despertar el espíritu comunitario y la creatividad de los pobladores de Cuenca y el Azuay. Las paredes y los puentes de la ciudad, las redes sociales, los chats de amigos y familiares, las conversaciones cotidianas se han vuelto esperanzadores caudales de conciencia y dignidad. Todos los días se suman declaraciones y acciones ciudadanas, sindicales y gremiales levantando sus voces en defensa del agua y de los páramos. Carteles escritos en pedazos de cartón que nos cuestionan: “¡¿acaso vos no eres agua?!; banderas desplegadas en balcones recordándonos que “somos agua”; fotos, videos, poesía que dan cuenta de la estrecha, íntima y personal relación que tenemos con ella; placas en bicicletas y vehículos con claros mensajes: el oro no se bebe; camisetas que nos recuerdan que: no se aprecia el valor del agua hasta que el pozo se seca; cartas a las autoridades para decirles que: la dignidad no se vende; textos que hablan de la magia, de la medicina, del poder transformador del agua, de su música y de la alegría que nos provoca estar cerca de ella y sentirnos bendecidos con su presencia; pizarras de restaurantes que informan el menú del día: #CuencaYaDecidio #KimsakochaNoSeToca… El 16 de septiembre nos convertiremos en un verdadero y caudaloso río de gente porque cuando los ríos suenan, Cuenca y el Azuay se levantan. (O)
Lcda. Ana Abad
Periodista, editora y correctora de estilo; es parte del grupo editorial Quillca editores. Ha publicado investigaciones sobre cultura popular y artesanías. Es directora de contenidos del Portal Digital Voces Azuayas.
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