Las elecciones del 13 de abril

Gerardo Maldonado Zeas

Al haber perdido la vergüenza hace tiempo, si algo ha causado risa, es escuchar a los dictadores Maduro y Ortega hablar de fraude o de ilegitimidad en las elecciones presidenciales; o el discurso de Claudia Sheinbaum, más lúgubre que la de un locutor moribundo, desconociendo a Daniel Noboa como presidente; y la versión en 33 rpm del delirante Gustavo Petro, convertido en activista ideológico barato, hablando de “informes preocupantes” sobre las elecciones de Ecuador.

Si ellos estuvieron en contra de los resultados de un día memorable para los ecuatorianos, estamos en el camino correcto. El domingo pasado fue una fiesta democrática, con la presencia masiva de jóvenes y ciudadanos de la tercera edad; sin altercados, salvo aquellos intentos de colocar en las urnas votos truchos de la candidata perdedora. Hemos dado un paso inmenso para eliminar ese vaho de inseguridad en los escrutinios, presente en el ambiente electoral por tantos años.

Rafael Correa y Luisa González no reconocen la victoria de Daniel Noboa sin tener una sola prueba en contra; mientras los alcaldes Pabel y Aquiles, y las prefectas Pabón y Aguiñaga se desmarcan a favor del ganador, el binomio Diego Borja, sale hacia Colombia en la oscuridad de la noche, disfrazado con gorra y tapabocas, y articula un relato novelero, sobre un supuesto intento de  incautación de sus documentos, cuando él con ese miedo inmenso reflejado en el espejo de sus actos, cruza la frontera con inusitado apresuramiento, como hacen los delincuentes fugitivos o escondidos por el temor a la justicia, y se declara perseguido político.

Los 11 puntos de diferencia entre Noboa y González sepultaron al fantasma de la desdolarización; a esos anhelos de tener un Ejecutivo conspirador y perseguidor; reivindicaron la necesidad de combatir con todas las armas a la inseguridad; pusieron en jaque a la delincuencia organizada, y mortificaron a las mafias de la narcopolítica.

El pronunciamiento por la reelección de Noboa debe verse como la respuesta de un pueblo cansado de las manipulaciones de un prófugo delirante a tiempo completo, fustigante en su afán de recuperar el poder a través de sus siervos para enarbolar la impunidad, el señorío de la calumnia, la mitomanía, y el manejo de las más bajas pasiones para llegar a cumplir su plan personal. Luisa fue otra víctima de la omnipotencia del detonante Correa, y de la estructura vertical de sus decisiones.  

Debemos reconocer que es hora de la unidad de los ecuatorianos, para acabar con esas diferencias radicales entre las posiciones anti y pro, del rompimiento de la unidad familiar y la de los amigos, generada por el odio acérrimo del correísmo del cual hemos sido víctimas desde hace 18 años. Para lograrlo debemos sepultar la estructura constitucional que ha dejado la puerta abierta para la compasión a la delincuencia organizada en contra de los ciudadanos de bien; recuperar la independencia de las entidades de control silenciando para siempre al CPCCS; respaldar la depuración del poder judicial; y, luchar por una sociedad con más acceso a la salud, educación y empleo. (O)

Econ. Gerardo Maldonado

Economista, abogado. Posgrado en Finanzas y Proyectos INCAE Bussiness School. Máster en Administración en Tecnológico de Monterrey. Actualmente cursa una maestría en Derecho de Empresas. Poeta y escritor.

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