Somos seres individuales, pero vivimos en comunidad. Manejar nuestras emociones, pensamientos y desempeño en esta dualidad parece dársenos por añadidura. Sin embargo, el aprendizaje de estar en un equipo viene con toda una maleta de experiencias, oportunidades, agridulces, y valores que se van reafirmando con el tiempo. El equipo no está solamente en la oficina, es el grupo médico, el ensamble musical, está en el fútbol, y en la familia misma.
Juan Eduardo Cordero, Sergio Briz, Jorge Chaluis, Irving Decker, León Gauci, David Maicas, Pedro Puente, Matías Serrano, Julián Steiner, y Mauri de Wind, fueron el equipo de la Sub-10 que representó a Ecuador-Perú en el Barça Academy World Cup de fútbol llevado a cabo esta última semana en Barcelona, España. El equipo enfrentó en la Ciudad Deportiva Joan Gamper a delegaciones de España, Japón, Marruecos, Jordania. En distintos grupos y categorías se contó también con la participación de países como Dubai, Turquía, Rumania, Italia, Francia, México, Argentina, Australia y otros.
Experiencia, aquella que se adquiere en el torneo, y aquella con la que ya contaban los niños al llegar, se hacen visibles en la cancha juntando el pasado y el presente. Los aspectos del juego como técnica, velocidad, pases, están adquiridos y en formación. Su carácter y actitud en el juego también hacen parte de cada uno de ellos, pero con seguridad han ido cambiando su visión de juego y el olfato para la estrategia. Si bien hay un deseo común de ser los campeones, son otros resultados los que realmente enriquecen su proceso.
Cada jugador de este grupo aportó con su talento, su noción, su esfuerzo. Es el reconocimiento de su equipo y la comprensión de su juego que permiten ordenar sus habilidades en el campo para desplazarse, coordinarse, y comunicarse mediante una simple mirada. Resulta fácil entonces identificar que a más del movimiento que se ve, hay valores. Es esa parte intrínseca de confianza, seguridad, responsabilidad, respeto, y tantos más, que se transmiten entre jugadores y entrenadores, pero muy importante, desde la familia, ese equipo infalible de apoyo permanente. Llegamos así a una cooperación entre grupos, y me lleva a pensar que el título quizá no debía ser “Un equipo,” sino Un equipazo. ¡Bravo a cada uno de estos pequeños! ¡Bravo Edu! (O)