La exigencia de numerosos grupos de ciudadanos de buscar una reforma estructural del IESS merece respaldo masivo en el país. En Quito se constituyó, hace un buen tiempo, un Observatorios de la Seguridad Social para estudiar tales proyectos de reformas y sería conveniente que sea el punto de partida para que se inicie el impostergable trámite de la reforma legal sobre la estructura del IESS.
El Estado se ha demostrado no solamente ineficiente en la conducción de la Seguridad Social, sino que además lo ha hecho abusivamente tomando los recursos propios de ella para despilfarrarlos y para negociados como sucedió en la nefasta época del correato.
¿Por qué los Gobiernos de turno tienen que manejar el IESS si es dinero de los trabajadores, empleados y jubilados? La explicación está en el interés en convertirlo en botín político para entregar puestos a sus amigos y también para conseguir nuevos adherentes gracias al mismo mecanismo de compartir esa “troncha” y también poder usurpar los recursos financieros del Instituto para la corrupción.
El Presidente de la República designa al Presidente del Consejo Directivo y éste, con la sumisión de los otros dos vocales, representantes de los Afiliados y de los Empleadores, obedecen todo cuanto se ordena desde Carondelet y así el dinero pasa al Gobierno para que nunca lo devuelva, así es como se designa a los funcionarios en todo el país, generalmente políticos que nada conocen de seguridad social.
La principal reforma a la Ley de la Seguridad Social es que el gobierno no designe a nadie para el Consejo Directivo del IESS. Sus tres miembros deben ser designados por los Trabajadores, Jubilados y Empleadores. Y punto. La segunda tiene que ser una prohibición terminante de que los dineros del IESS vayan al Gobierno, ni en calidad de préstamo ni de nada. Con estas dos cosas el IESS puede salvarse. Perto, ¿quién será la persona que se atreva a implementar estas reformas? ¿Qué persona, ante el arca abierta? tendrá la corrección necesaria para no echar mano a los dineros que se han depositado allí para atender las necesidades de los empleados y de los jubilados? … Quizá haya habido alguien, pero no hemos sabido. (O)