En La Sociedad de la ignorancia y otros ensayos (2009), sus autores: Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos sostienen que la avalancha de información al alcance de las personas no valida necesariamente un conocimiento fidedigno. Brey se refiere a la «infoxicación», es decir, a la sobrecarga de hechos revelados en las plataformas digitales. La sobrecarga de datos y acontecimientos nos impide detenernos de forma sesuda a su confirmación. En lugar de eso, nos quedamos en lo especulativo y superficial, sin permear su validación. ¿Hay un real análisis de la divulgación emanada en redes?
Innerarity, por su parte, asevera que el conocimiento ha dado un giro inherente a la mercantilización y la riqueza. Hoy se da mayor valor al lucro que derive de dicho conocimiento, a la generación ganancial. Dejando en segundo plano la preeminencia del ser humano. La construcción del pensamiento crítico y el cuestionamiento del entorno se observa mermado, por la intencionalidad pragmática y materialista.
Mayos, desde un enfoque similar, examina los avances tecnológicos desde una transformación cultural. Vivimos más interconectados que nunca, pero, asimismo, la banalización del entretenimiento va reemplazando la reflexión juiciosa. Para este pensador el desconocimiento no es solo la falta de acceso comunicacional, sino también la falta de habilidades para interpretar y cuestionar el mundo que nos rodea, y, por tanto, que nos afecta. Aquella cultura de masas, ensanchada con internet, está regularizando la ignorancia como algo admisible, e incluso, aplaudido. El fenómeno del ridículo y del absurdo tras la pantalla del celular, es asunto normal de todos los días. Lo que conlleva incógnitas y más de una preocupación para el futuro de la sociedad caracterizada por su hiperconectividad. (O)
