Novela criminal

CON SABOR A MORALEJA

Durante las audiencias de Jorge Glas su rostro demacrado y cuerpo escuálido han sido una constante. Esta imagen dista mucho del vicepresidente todopoderoso e intocable en la época del mayor atraco al país. Sus primeros pininos como funcionario corrupto los dio en el 2007 como gerente del Fondo de Solidaridad; fue ministro de Telecomunicaciones en el 2009 y coordinó los Sectores Estratégicos del 2010 al 2013. Del 2013 al 2017 fue vicepresidente hasta que lo encarcelaron por recibir sobornos de Odebrecht a cambio de entregar obras estratégicas como la hidroeléctrica Mandariucu, el Poliducto Pascuales-Cuenca, el Trasvase Daule-Vinces y la inexistente Refinería del Pacífico. Fue sentenciado a 6 años por asociación ilícita.

El caso Sobornos 2012-2016 expuso un sistema de coimas en el cual empresarios pagaban facturas de Alianza País a cambio de jugosos contratos públicos. Por este caso, le impusieron a Glas una segunda condena en el 2020. En abril del 2022, un juez Moscoso de Manglaralto le concedió un habeas corpus. Salió libre el 10 de abril, pero la medida fue revocada el 20 de mayo del mismo año y se ordenó su recaptura. El juez corrupto fue destituido.

En noviembre del 2022, un juez Curipallo le concedió una medida cautelar para que saliera de la prisión de Latacunga. El juez de los narcos fue detenido en el 2023 dentro del caso Metástasis (infiltración del narcotráfico en la justicia) y condenado por sus sentencias amañadas favoreciendo a bandas criminales. Otro juez cómplice en esta novela criminal que liberó a miembros de GDOs y emitió medidas a favor de Glas fue Banny Molina, quien fue condenado por prevaricato.

Entretanto Glas fue vicepresidente miró hacia otro lado mientras el gobierno perseguía a empresarios, periodistas, medios de comunicación y, a través de la SENAIN, espiaba y amenazaba a la oposición. Desde su posición de poder corrompió a jueces y abogados, saqueó el erario público y se rodeó de narcotraficantes en beneficio propio.

En octubre del 2024, los Estados Unidos señaló que Glas estaba involucrado en “actos de corrupción” y le prohibió la entrada a territorio estadounidense al igual que a su familia. Pese al rosario de evidencias que tiene en su contra y a la suma total que robó al Estado, alrededor de 258 millones USD, hay mentecatos que aún lo defienden.

Que quede claro que este sujeto no es una víctima, sino un delincuente con sentencia firme que está cosechando lo que sembró con su sonrisa a medias. Para los protagonistas de novelas criminales como la suya no debe haber compasión, ni perdón, ni olvido. (O)

Lcda. Bridget Gibbs

Periodista y escritora. Norteamericana de nacimiento, pero cuencana de corazón. Radicada en Cuenca desde hace 45 años. Lleva una década colaborando con la página editorial de El Mercurio.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba