El oro, por su coloración y características, fue siempre apreciado en toda la historia humana. Abalorios regios, en atuendos de monarcas, lo lucieron orgullosos y todo gracias a su hipnótico color y ductilidad para crear verdaderas joyas de diseño y forma caprichosas. Hoy, en la época de la inteligencia artificial, seguimos hechizados sin remedio. Anillos, pulseras, aretes, están en cajas de seguridad de gente rica e increíblemente, los estados, y gobiernos, también, basan sus reservas en su presencia física en enormes bóvedas de seguridad.
Me gustaría hacer un ejercicio con el más eufórico y recalcitrante minero. Tomarlo y encerrarlo por algunos buenos días en una celda con alimentación regia pero sólida, sin un atisbo de agua ni humedad. Luego cuando suplique por un sorbo de agua, hacerle escoger entre un kilo del más resplandeciente oro y una copa de agua cristalina. Veremos cómo, sin lugar a ninguna duda, su apego a la subsistencia, hará que elija en sorbos hasta la última gota de líquido. Ejemplos existen de sobrevivientes de tragedias, que tomaron su propio orín para salvarse.
El teatro Sucre, lleno, fue el escenario de una masiva concurrencia y voz propia, levantando su grito diciendo “nuestra identidad está profundamente ligada al agua, los ríos y paramos: son parte de nuestra cultura, historia y vida. Por eso, nuestra firme decisión de hacer respetar el mandato popular que prohíbe la minería metálica, en nuestros territorios”
De estos humedales de Kimsacocha y de sus majestuosas alturas, llega nuestro líquido vital puro y eterno, montaña abajo y de los dos lados de la cuchilla, a enormes regiones que esperan de su bocado cristalino. Muchos pueblos y asentamientos de las serranías y del otro lado costero y su tropical aliento, viven por su agua, de tal manera que, cada uno de nosotros desde nuestra singular postura y círculo, tenemos, debemos, defender nuestra vida y gritar con fuerza, al diablo el oro, viva la vida.
En la asamblea popular y ciudadana, se trazaron algunas actividades, desde visitas a pueblos ancestrales de altura y las conciencias del pueblo están listas a luchar, sea cual fuere la manera, por nuestra supervivencia. La avaricia y sed de riqueza de gente infame, al igual que gobiernos ávidos de réditos económicos importantes, tendrán que entender que el mundo sigue y los nietos de sus nietos, seguirán tomando agua. (O)