Mientras el señor Noboa intenta convencernos por todos los medios el porqué es bueno despedir a cinco mil funcionarios y sigue enviando “leyes económicas urgentes” a la Asamblea, para construir ese “nuevo Ecuador” que, según dice, volverá a ser una isla de paz, una nueva cooperativa de ahorros suspende sus operaciones, afectando a 98 mil socios sobre todo en Cuenca y otras ciudades del Austro; trágica situación que, sin duda, incrementará el empobrecimiento de la población, aunque señale que “cumple e implementa acciones a favor del bienestar de los ecuatorianos en todo el mundo”. Esta avalancha de leyes “urgentes” y la audaz acusación de que «se usan” fundaciones y ONGs “para ingresar dinero y desestabilizar el país» oculta las verdaderas intenciones de su gobierno que sumado a las fusiones de ministerios, consolida su política extractivista y establece un modelo de militarización para la extracción minera; esto sin olvidar que el torpe proceso de deportaciones, al más burdo estilo de Trump, es parte de la peligrosa y nefasta política exterior de su gobierno que coloca a Ecuador al límite de la Democracia, pues ¿cómo se llama a quien convierte a la Constitución en un catálogo de leyes a la carta? ¿Cómo se llama a quien no obedece las decisiones del pueblo? ¿Cómo se llama a un gobierno que hace alianza y, por tanto, apoya a un Estado que asesina al pueblo palestino? (O)
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