Recuerdo que triunfó el NO continuar explotando el petróleo de Yasuní, es sabido que la producción de petróleo y su procesamiento está de caída, como que prima cierto grado de irresponsabilidad en quienes manejan el oro negro y toman decisiones no siempre acertadas.
Cuando el presidente de la década exigía el correcto servicio de la burocracia pública para los ecuatorianos, tenían terror y se criticó a quienes no cumplían con sus trabajos, como sí las obligaciones personales estarían en dependencia de la presión de un superior o jefe. Es común escuchar quejas de las maneras como son tratados en los diferentes estamentos, quienes requieren de servicios públicos, muchos de ellos alicaídos como son salud, vialidad, seguridad, crisis en la educación, etc.
Realmente el hablar de ética y honestidad, parece difícil o en ciertos casos hasta quimérico, saltan los escándalos con la frecuencia de cada día, los sobreprecios, la turbulencia, la violencia de género y la sexual, aún de altos personajes del poder, pero sin altura moral. El común y diario sicariato, la ausencia laboral y la alta taza de los informales, los mendigos y los consumidores de sustancias bajo control, que abundan en suelo citadino y rural, en ciudades y pueblos chicos, y la turbulencia que de esto último surge.
Existen protestas de algún sector por la eliminación de algunos empleados públicos y dicen que se ha procedido sin ninguna valoración y que lo más grave, vendrán nuevos y la reducción será utopía. Pero, con la mano en el pecho, creen amables lectores que el servicio público posee ribetes positivos, que no hay dilapidación del tiempo, que hay quienes cobran sin asistir, ¿que existen determinados puestos con dos y tres empleados, que hacen muy poco, que usan más el móvil que atender a sus obligaciones y que el espacio huele a café y a ausencia?
El cambio inicia por lo personal, yo debo girar mi conducta, mi integridad, mi accionar, mi actitud, quererle al país, a mi ciudad, a mi sociedad. Solamente de esta manera Ecuador progresará, desde el primer mandatario hasta el más humilde de los ciudadanos. (O)