Cosechas, fiesta y solidaridad

Tito Astudillo y A

Esto y más es agosto, apoteosis de luz, de viento, pájaros y granos. Los maizales maduros matizan de sugestivos amarillos y dorados los campos y el espíritu de la cosecha se vive en toda su dimensión, con particularidades específicas, en cada una y todas las culturas agrarias; con especiales manifestaciones de solidaridad y reciprocidad en los pueblos andinos, con festividades puntuales en  otros, como el festival celta de la luz y el fuego que se celebraba el primero de agosto, puesto que se iniciaba el aprovisionamiento de granos para el otoño e invierno.

De las cosechas nadie nos quita lo vivido, es más que un decir, es un sentimiento profundamente enraizada producto de vivencias que dieron significados y trascendencia a la infancia; como el recuerdo de los inmensos amarillos maizales maduros listos para la cosecha; las mingas con la familia, la vecindad y los peones de la siembra, que apilaban la chacra cortada para el deshoje del maíz; las chaladoras, el recogido y el reparto de las chalas; los dorados rastrojos del que, nuestros pazos, levantaban bandadas de jilgueros y tórtolas de su festín de semillas; arrear el ganado, en competencia, por los rastrojos y de regreso a los establos pasando por el abrevadero; los lenguajes del cielo intenso de sol, de nubes fugaces y bandadas de pájaros; la fiesta del deshoje del maíz y el juego de las mizhas, las prendas y las apuestas; la minga para la parva con “mantel largo”,  “al parvero cuy entero”, crocantes patitas para los mirones y espontáneos; la separación de los granos para los diezmos, las primicias y para el lego que llegaba en su burro pregonando “ama de casa se puede vecina”, en busca de su participación; los mercachifles con sus inmensas torres de utensilios de hojalatería, lencería, cerámica, lozas, alfarería, artesanías y tantos más para canjear con granos de la cosecha; los totoreros de Paccha, puntuales, con las esteras para los taquis en los que se guardaban los granos…

Y más, porque agosto era la apoteosis de las cosechas y faltaban manos, “hoy por mi mañana por ti”, y la bendición de las mieses continuaba de familia en familia. “Si así llueve que no escampe”, era más que un decir, porque era un sentimiento y una certeza, una genuina expresión de la solidaridad y reciprocidad que caracteriza a las culturas andinas. (O)

Dr. Tito Astudillo

Médico, docente y periodista. Fue miembro titular, vocal de Directorio y Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo del Azuay. Exdocente de primaria, secundaria y educación superior.

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