¿Qué nos pasa?

      Ecuador vive episodios desconcertantes, insólitos algunos: el desconcierto de nuestros representantes ubicados en instancias de responsabilidad; el manejo errático de los bienes del Estado; el desinterés creciente de la comunidad hacia la búsqueda de soluciones para viejos problemas; la participación de nuestra juventud en eventos contrarios a nuestras leyes, por una parte y la abulia de “los buenos” por todo aquello que implique trabajo comunitario. Estas son manifestaciones preocupantes para el presente y futuro de nuestra sociedad.      

Quienes nos llamamos ‘buenos’, de un tiempo acá, nos hemos convertido en malos de la peor calaña: conocemos lo que sucede, sabemos dónde están las raíces del descalabro y nada hacemos para remediarlo.  Intento explicitar parte de lo que llevo en mi mente con un solo propósito: ser leído por ustedes a fin de que mis expresiones reciban su respaldo y confiar en que estas palabras no se esfumen; trabajar para que se tomen las decisiones pertinentes desde el atajo a donde fuimos conducidos.

Buena parte de los medios radiales y televisivos van en busca de acontecimientos que impacten valiéndose de todos los recursos posibles para llamar la atención y difundir aquello que se encontró sin pensar en la trascendencia de lo grabado, en la necesidad de publicarlo o no. Hemos llegado a una degeneración tan seria de la esencia de un hecho noticioso que es imposible encontrar programas en los que se hable con la verdad o al menos se intente hacerlo: lo banal y exótico tienen su trono.

Pienso que paulatinamente se ha domesticado a los usuarios de los medios de televisión de tal suerte que estos han llegado a no importarles si lo mencionado es verdad o no. La prensa (escrita) cuida más de sus publicaciones porque todo aquello que se informa permanece en el papel: la frivolidad no es su mejor aliada.

La conclusión de esta debacle es obvia: no buscamos la solución de nuestros graves males porque los desconocemos y carecemos de medios que los analicen y nos nutran con sus criterios.

Querer es poder, amigos de El Mercurio. Abandonemos el rincón de los mirones y convirtámonos en personas activas para aplaudir lo bueno y combatir lo errático. El gobierno actual ofrece corregir errores. Apoyémoslo con los ojos bien abiertos. Los mirones están por demás. No olvidemos que ‘obras son amores y no buenas razones´. (O)

Dr. David Samaniego

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fundador de Ecomundo, Ecotec y Universidad Espíritu Santo en Guayaquil. Exprofesor del Liceo Naval y Universidad Laica (Guayaquil), Rector del colegio Spellman (Quito) y del colegio Cristóbal Colón (Guayaquil).

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