Los asesinatos son calcados. Los dos candidatos a las presidencias de Ecuador y Colombia fueron asesinados con el mismo detalle y los sicarios sabían exactamente, que tendrían que apuntar a las cabezas y ser certeros al límite. Existen tales coincidencias en las acciones de sicariato, que no podemos dejar de convenir que nuestros países, Ecuador y Colombia, son territorio de mafias del narcotráfico en toda la extensión de la palabra y desde nuestros puertos, salen los alijos y los contenedores con toneladas de alcaloide, con destino a EEUU y Europa, donde se multiplica por millones las ganancias, razón por la cual tienen, desde los más bajos niveles de asociados -si se pueden llamar así a estos criminales- hasta los grandes capos que, manejándolo todo desde palacios ocultos y llenos de seguridad y guardaespaldas, tienen un entramado de organización envidiable.
Villavicencio y Uribe se proyectaban a presidentes de las naciones y los dos, para lograr aquello, no dejaron de ofrecer primicias de los movimientos delictivos, en cada nación por separado, mientras que los narcos, trabajan a niveles de carteles internacionales, que también le plantaron un balazo en la oreja al todopoderoso Trump. La lucha es enorme y llena de esquinas de muerte y traición. Con la cantidad de dinero con el que cuentan, pueden comprar silencio y complicidad en los dos pueblos pobres como somos.
El presidente Noboa, tiene y debe cuidarse en sumo grado. En las marchas que se encuentra organizando, es el momento propicio para un atentado. Por otro lado, determinadas ayudas como el apoyo internacional, el retorno de la base de Manta que se convirtió en pista de vuelos narcos, el constante patrullaje por zonas de trópico y amazonia donde cultivan la coca y porque no, el apoyo del pueblo, se vuelven sustanciales para ganar esta guerra contra la droga, enemigo invisible y mortal.
Nos toca luchar. Saber con certeza que no estamos frente a hermanas de la caridad y que sangre sudor y lágrimas tendremos que gastar, como dijo el gran estadista Churchill ante la cámara de los comunes. (O)