Hiede el país

Ante el zafarrancho armado luego de la marcha noboísta en contra de la Corte Constitucional por haber suspendido varios artículos de las leyes encaminadas, según el Gobierno, a dar batalla al crimen organizado en cuya pirámide está el narcotráfico a gran escala, nos han dicho que el problema radica no en los jueces que integran esta especie de suprapoder sino en la Constitución.

A la luz del evangelio constitucionalista, cuyos versículos están repletos de derechos, algunos hasta románticos; otros contradictorios con la realidad actual respecto de cuando fueron redactados, insertados sin nunca haber sido aprobados (pregúntenle a León Roldós) por una masa ya para entonces entontecida por el nuevo Mesías; y otros de los cuales se vale la gran delincuencia, aquella que le tiene al Estado con el rabo bajo las piernas y el hocico en el suelo, para hacer de todo sabiendo que la cárcel, las audiencias judiciales, las detenciones, son un juego de tres en raya, la CC, en nombre de la democracia, ha sido defendida como el padre que, colocándolo detrás suyo, defiende a su hijo ante el ataque de un bulldog.

Está bien. La ley es la ley. Pero también esa CC ha sido cuestionada por unos cuantos “atrevidos” que le han contado sus costuras mal hechas, su fundamentalismo constitucionalista, ni se diga garantista a fuerza de que los derechos no son regresivos, al contrario son o hasta pueden ser aumentados, según sus interpretaciones sacrosantas.

Bueno entonces, si el problema es la Constitución, por qué diablos no se la echa por el caño y se opta por otra cueste lo que cueste. Ni reformas, ni enmiendas ni tantas de esas vainas con olor a placebos.

A grandes males, grandes remedios. Ya pues presidente, fájese y mate, de una vez, a la serpiente, pero por la cabeza. Ahora solo la está pisando el rabo, y mal. No querrá pasar la historia como uno más del montón, fatuo, inocuo, esquivo…

Sí señores. Este país no se compondrá así por así. Urge una revolución de conciencias, de tener pensamiento crítico, no con dimes ni diretes; de un gran líder que con látigo en mano eche del templo a tantos mercachifles que le han prostituido, le han convertido, según la CNN, en la “superautopista del narcotráfico”.

Urge otra revolución en la salud pública, un área en la cual la inmundicia humana, como entre ciertos políticos, hiede más que un pozo séptico. Lean, lean la investigación periodística de diario Expreso. En verdad, hiede el país, este país que debería dolernos a todos; pero del cual, si lo pudieran, todos se fueran, en tanto los narcos apagarán el último foco para reinar ellos. (O)

Lcdo. Jorge Durán

Periodista, especializado en Investigación exeditor general de Diario El Mercurio

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